Confesemos de antemano
nuestra ignorancia: no sabemos qué es el buenismo. Nos gustaría que alguien nos
lo explicase honradamente. Los “inmortales” de la RAE lo definen como “actitud
de quien ante los conflictos rebaja su gravedad, cede con benevolencia o actúa
con excesiva tolerancia”. Esto deja mucho que desear, ya que hay ideologías
que son partidarias precisamente de conflictos y violencias.
Por lo que hemos leído,
llegamos a la conclusión de que una persona “buenista” puede definirse como un
ser indolente y de mentalidad corta, que no es capaz de identificar todos los
males que nos amenazan y, también, que se cruza de brazos y no hace nada para
erradicar dichos males. También piensa que si actúas con buena intención, la
persona con la que hablas también actuará de la misma manera; y si la tratas
con cariño y diplomacia, la naturaleza de ese interlocutor se transformará: la
bondad aflorará a raudales.
El buenismo, según dicen sus
defensores y creadores, tiene por objeto el reconciliar a toda la humanidad
mediante el diálogo y la no violencia. Vana ilusión. Vamos a ver: cuando el atentado de las Torres
Gemelas, Angeles Maestro, diputada comunista, manifestó: “Se lo habían buscado”. Es decir, por una parte buscan el diálogo,
y por otra justifican el terror.
Este “buenismo pacifista”,
además de la ilusión mencionada, se apoya en otra: creer que la paz es el
supremo valor, teniendo que supeditarse los otros valores. Aparte de esto,
también cree de forma pueril en la bondad de los humanos. Se juega con la
emoción y se propone que sustituya a la acción. Porque, claro, es muy
“emocionante” pensar en la Paz Universal;
pensar en la idea de tolerancia; pensar en el multculturalismo; pensar en la Alianza de Civilizaciones,
etc, etc.
Este “buenismo” ha llegado a
ser una cosmovisión, sin fundamento filosófico ni mucho menos ideológico,
incrustada en casi toda la izquierda europea y española. Esta visión es, cuanto
menos, una cosa curiosa, ya que en la historia de toda la Humanidad, no se dan ni
se han encontrado todas estas premisas de bondad humana. Parece que la ilusión
de estas personas que creen en el buenismo, raya en la memez y en la estupidez.
No olvidemos que los
colectivos humanos que habitan la
Tierra, aunque no lo parezca, tienen el sentido de arraigo o
pertenencia a una determinada etnia, o si se quiere, a una determinada nación,
muy elevado. Y en el caso de los casi mil millones de islamistas, este arraigo
es aún más elevado por motivos religiosos.
Pero todo esto de pertenecer
a algo, se viene abajo cuando se emplea la “razón transformadora”, la que
convierte el temor en amor; la que convierte al terrorista en un ser lleno de
paz y de amor por el prójimo, y la que convierte, al fin, al hombre agresivo en
bondadoso.
En resumidas cuentas, parece
que el buenismo es una visión un tanto ilusa
del mundo, aunque sospechamos que contiene otras connotaciones
perversas, como pueden ser la destrucción de la sociedad basada en los principios
cristianos, amparándose, de forma pomposa y llamativa, en los conceptos de
igualdad y fraternidad de la Revolución Francesa, conceptos vilmente
pisoteados posteriormente.
En nuestra Patria el máximo
líder y representante del buenismo fue Zapatero,
gran timonel él. Una de las joyas de este ejemplar fue la frase “el concepto de nación es discutido y
discutible”. Discutido, ¿por quién? Discutible, ¿por qué? Recomendamos a este nefasto expresidente, que lea
la obra del filósofo D. Gustavo Bueno Martínez “España no es un mito” y aprenda algo. Además, este sujeto ¿no se
da cuenta de que dice esto precisamente de una nación que es de las más
antiguas de Europa y del mundo? ¿Cree asimismo este sujeto que el patrimonio
religioso, cultural, lingüístico, etc, de una nación puede desaparecer así como
así y por arte de birli birloque? Debería preguntárselo a catalanes y vascos a
ver si lo de “somos una nasió”, o “euskalherría” es discutido y discutible.
Y terminamos con otra joya de
los buenistas: “La libertad debe permitir
a los individuos actuar en todo momento de manera espontánea y siguiendo su
pálpito emocional, sean cuales sean las consecuencias de sus actos: romper la
estructura familiar, abandonar compromisos. . . ”. Preferimos no comentar
esto. Se comenta por sí solo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario