Cuando la
política infecta e invade todo, el resultado es la desafección. No hay nada más
que ver la valoración tan negativa que tiene la gente de los políticos. Las
encuestas “demoscópicas” así lo corroboran.
Cuando los sumos sacerdotes del panel ideológico salen a la palestra con el objeto de analizar, ver y escrutar las preferencias del “pueblo soberano”, últimamente se están encontrando con este desafecto. Esto les pone catatónicos. Y se ponen así porque en la España actual no existe democracia, sino un caudillismo que ya lo hubiesen querido para sí otras personas. El poder de los ineptos con galones no tiene límites.
Aunque poco o
nada se comente, hay mucha gente que está exigiendo, aunque no de forma contundente, que se
recorten las competencias a estos reinos de Taifas llamados autonomías. Hay una
cosa clarísima: en esta España cuarteada, hay sitios en donde se vive mejor, a
la vez que se tienen cosas que en otras autonomías no existen. Las
desigualdades entre comunidades son notorias, pero no públicas. Es decir: ya no
somos iguales, según mandato constitucional. Por tanto, las citadas autonomías
están violando la Carta Magna.
Aparte de esto, la economía de España mejoraría sensiblemente si desapareciesen
estos “gobiernitos ”, que despilfarran millones y millones en viajes y gastos
suntuarios y suntuosos; dar al pueblo soberano todo símbolo, aunque sea
imaginario, para mostrar las “identidades”; contratación de “asesores” de todo
tipo y jaez; duplicidad de servicios, así como contratación de personal “de
confianza”, que no es otro que el tipo con el carnet del partido que pasa a
englosar y englobar las plantillas descomunales de funcionarios de la CCAA;
creación y promoción de organismos e instituciones a imagen y semejanza de los
centrales, ya sean “embajadas”, cadenas de televisión, delegaciones, etc, etc.;
coches suntuosos; dietas, kilometraje . . .
En fin, esto tendría que desaparecer.
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