Así
se intitula el libro de Vitali Shentalinski, editorial Galaxia Gutemberg,
2.006, 516 páginas incluido el índice.
Lo
que nos cuenta Vitali en esta obra, está sacado de los archivos literarios del
KGB, que como es sabido, se han abierto parcialmente. Esta apertura ha
permitido escribir varios libros, algunos de ellos ya reseñados en este blog.
Aquí
se nos cuenta todo el terror, toda la persecución, toda la tortura, toda la
humillación, toda la represalia empleados por los comunistas contra las
personas del mundo de la cultura, ya fuesen escritores, filósofos, simples
periodistas, poetas, etc.
La
verdad es que el libro es impresionante. Por él desfilan personas relevantes de
la cultura, vilmente asesinadas por órdenes de Lenin y Stalin. Es de verdadero
pánico el capítulo intitulado “El barco
de los filósofos”, página 225. Allí se nos cuenta, por ejemplo, cómo Lenin
ordenó revisar el Código penal: “Creo que
se deberían ampliar los casos de aplicación de la pena de muerte, con la
posibilidad de conmutarla por el exilio en el extranjero” ¿Qué sucedería si los
exiliados regresasen? Lenin lo tenía previsto: “Fusilamiento de todo aquel que
regresase del extranjero sin autorización”. Y para ello redactó personalmente,
poco antes de morir, una lista de estos “desafectos”, lista que envió
confidencialmente a Dzerzhinski. El mismísimo Máximo Gorki, al que Lenin
calificaba como su “mejor amigo” y sin embargo le forzó a emigrar con el pretexto
de una cura, dijo que el país no “puede vivir sin los creadores de la ciencia y
la cultura rusas como tampoco puede vivir sin alma”.
Pero
era igual. Había que obedecer las órdenes de este criminal y asesino. Así en Pravda aparecía: “Dictadura, ¿dónde está tu látigo?” Esto tenía por objeto el ensañarse
con una obra del crítico Aijenvald, al que el periódico tildaba de “basura” y
“canalla”, viéndose sus familiares y allegados forzados a “huir fuera de
nuestras fronteras, hacia la tierra de los vendidos, la que por derecho les
pertenece por su estética y su religión”.
Uno de los episodios más
conmovedores es el de Marina Tsvetaieva, probablemente la poetisa rusa más
importante del siglo XX. Se le ponen a uno los pelos de punta cuando se narran
los apuros por la búsqueda de ropa de abrigo, o de leña, para soportar el
invierno de 1939, cuando su hermana fue deportada a un campo de concentración y
su marido y su hija Ariadna fueron detenidos, torturados y, el primero de
ellos, condenado a muerte. Todo esto lleva a Marina al fatal desenlace del
suicido en 1.941.
La hija de Marina nos cuenta
que “todo fue cruel, injusto, falso e
inútil”. “Todo comenzó con una calumnia y acabó con la pena de muerte”.
En fin, lo de siempre: libro
recomendado para los de la “memoria histórica” y “democrática”, y para esos
pedantes marxistas infumables que dijeron, y dicen, que Lenin fue el personaje
más importante del siglo XX. Pero será igual: su fanatismo no tiene límites y
les importa un bledo, dos cominos y tres dídimos la historia del totalitarismo
comunista y de sus crímenes.
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