lunes, 11 de marzo de 2024

Camino de Damasco


 

Como ya saben, hay, hubo y habrá, personas que han cambiado de ideología política después de haber defendido con uñas y dientes otra opuesta. Sobre este tema, hay un montón de libros y escritos.

Esta caída del caballo camino de Damasco, puede producirse por decepción, desengaño, aunque hay muchas personas  que, aún dándose cuenta de esto, e incluso de las enormes contradicciones internas, siguen con su fanatismo propio de mentes subhumanoides.


Probablemente  el siglo XX haya sido el siglo más ideológico, aún más que el XVIII,  con la Revolución Francesa. Este cambio ideológico, en casi todos los casos, ha sido desde el socialismo, anarquismo y comunismo, hacia el liberalismo. Todos conocemos casos de personas que están hoy en el candelero político que corroboran esto que decimos.


Claro que también se puede dar el camino contrario, pero es más difícil y muchísimo menos frecuente. Generalmente se va desde la izquierda a la derecha, y no al revés.


Cuando uno es joven, y debido a la poca experiencia, se es un poco ignorante, muy idealista, muy sentimental, y probablemente también, muy romántico. Es entonces cuando a uno lo pueden “captar”. Esto que decimos queda bien reflejado en unas palabras de Willy Brandt: “Quien de joven no es comunista, es que no tiene corazón. Quien de mayor es comunista, es que no tiene cabeza”.


Cuando uno ya peina canas, y está cada vez más cerda del “día de mañana”, se da cuenta que la única alternativa realista política y económica, es el capitalismo de libre mercado. El comunismo no tiene nada que hacer.


Hay que reconocer que resulta incómodo admitir que se ha metido la pata, que uno se ha equivocado y que ha vivido en el error. A pesar de esto, aún quedan por ahí pedantes paleomarxistas que siguen “interpretando la realidad” desde su óptica particular, y cuando esa realidad les demuestra que están equivocados, dicen, como Lenin, peor para la realidad.


Este tipo de personas viven intentando imponer a los hechos y a la citada realidad su concepción, autoengañándose diciendo que todo está bien y que es lo correcto. Llega a tal extremo su cerrilismo, que aún dan explicaciones “científicas” para tratar de explicar el derrumbe de la URSS.


Si quieren ustedes ver y comprobar una gran caída del caballo camino de Damasco, no tienen más que leer “Dios existe. Yo me lo encontré”, del ex marxista André Frossard, Ediciones Rialp S.A. 1983, 182 páginas, insertado en este blog con fecha 25 de agosto de 2019,  o también  “Dios existe”, de Antony Flew, Editorial Trotta S.A., 2013, 167 páginas, insertado asimismo en este blog con fecha 30 de marzo de 2021.


Transcribimos a continuación un párrafo contundente del citado Frossard:



“En cuanto a la experiencia mística, proporciona la certidumbre de que «después de la muerte» está Dios, lo que supondrá, os lo aseguro, una gran sorpresa para muchos. Se darán cuenta, con el mismo asombro que yo experimenté el día de mi conversión -y que todavía me dura-, que «hay otro mundo un universo espiritual hecho de una luz esencial con un brillo prodigioso, de una dulzura conmovedora, y, al mismo tiempo, todo lo que les parecía antes inverosímil les parecerá natural, todo lo que consideraban improbable se habrá convertido en deliciosamente aceptable y todo lo que negaban les será jubilosamente refutado por la evidencia. Descubrirán que eran fundadas todas las esperanzas cristianas, incluso las más locas, que todavía no lo serán bastante para dar una justa idea de la prodigalidad divina. Comprobarán -como lo hice yo- que no son necesarios los ojos de la carne, que más bien nos impedirían verla, para recibir esa luz espiritual e ilustrativa, y que ella ilumina una parte de nosotros mismos totalmente independiente de nuestro cuerpo ¿Cómo puede ser eso? Yo no lo sé, lo ignoro por completo, pero sé que lo que digo es verdad”.




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