El afán de presunción, de
pedantería, de intentar ser más listos que los demás, de predecir el futuro,
etc., es una constante en la historia de la Humanidad. La
capacidad humana para el vaticinio es limitadísima, por no decir prácticamente
nula. Pero es igual: nigromantes, quiromantes, “anthonyblakes”, pedantes
infumables, etc, siguen engañando a la gente. Ahí está la Agenda 2030 para el “desarrollo
sostenible”.
A pesar de la fragilidad
humana en todos sus aspectos, aún pululan por ahí “ingenieros de almas” que se
dicen científicos y no son más que unos pobres presuntuosos insoportables
que, inexplicablemente, tienen cierto predicamento en la prensa escrita y
en la online.
Presumen de ser expertos en
vaticinio, pero no vaticinaron el derrumbe de la URSS, o la expulsión “del
partido”.
A pesar de la evidencia tenaz
de los acontecimientos en contra de sus previsiones, siguen anclados en el
error haciendo predicciones sin prestar atención, por pura pedantería, a los
profesionales de de los distintos saberes humanos.
Estos “Kalícrates
sapientísimos”, que diría “La Codorniz” (¿se acuerdan?), generalmente
pertenecientes al campo marxista, en la antigua Alemania comunista tenían
previsto una remodelación del muro de Berlín para adaptarlo a los nuevos
tiempos con la instalación de sistemas de vigilancia electrónicos. Pero de
repente, ¡cataplún!, el desplome del comunismo dejó “aparcado” el proyecto.
Fueron incapaces de vaticinar tal desplome.
¿Alguien predijo el atentado
contra las Torres Gemelas, por ejemplo? ¿Alguien predijo que Lenin tomaría el
poder en Rusia? ¿Quién predijo que en enero de 1.933 Adolfo Hitler sería
canciller?
Pero, claro, suceda lo que
suceda, siempre hay algún pedante que “ya lo venía venir” y es entonces cuando “historieteros”,
sociólogos, filosofillos de medio pelo y un largo etc, ponen manos a la obra
para dar una explicación “científica”. Lo único que consiguen es disfrazar la
ignorancia pretendiendo dar explicaciones con “rigor intelectual”.
En fin, toda esta
gente anda por la vida como auténticos pavos reales.
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