Fuente de la imagen: okdiario.com
La crisis
actual, ya estaba diagnosticada desde los tiempos del "zapaterato"
por algún que otro economista. Pero, claro, como tal economista pertenece al
partido “enemigo”, hay que ningunearlo, apodándole retrógrado, facha, de ideas
caducas, etc,etc.
Lo que está caduco son los criterios económicos que se emplean y se aplican en los centros de enseñanza de economía de ciertas universidades. Son criterios decimonónicos, aunque las teorías y las teorizaciones pueden no ser falsas.
Pero hoy, metidos ya en el siglo XXI, y con los problemas tan complejos que
tenemos, puede que ya no valgan estos criterios económicos, sino que se
requieren otros conocimientos y otras formulaciones de tipo global por las que
guiarse.
Ya decía Keynes que los grandes criterios, normas o reglas económicas había que
matizarlas por culpa, o por amor, de los condicionamientos sociales de cada
época. Así demostró la tesis, archicomprobada después, de que las sociedades
actuales tienen que vivir y convivir con una tasa de paro voluntaria.
Se creía, hasta ahora, que como el trabajo era uno de los factores de
producción, era suficiente aplicar la ley de oferta y demanda para que no
existiese paro excesivo, o por lo menos significativo.
Como decíamos antes, ya inmersos en el siglo XXI, parece que las reglas
económicas se distorsionan un tanto. Porque, vamos a ver: ¿hay que controlar la
inflación y el déficit, o hay que ensanchar el sistema, o los sistemas, para la
creación de empleo? Otra pregunta: el tan cacareado estado del bienestar,
¿hasta dónde deben llegar sus prestaciones, y hasta dónde debe llegar la
intervención del sector público?
Con hablar de “pacto social”, algunos creen que la economía puede arreglarse:
no se dan cuenta, o no quieren dársela, que tal pacto reduce la demanda interna
y, lo más grave, una protección excesiva servirá para que el parado intente no
trabajar. Como decía un sociata “Yo trabajo en el paro”.
El despiste y la confusión que hay al respecto son grandísimos y gravísimos. La
receta, o recetas, no son nada fáciles, pero gestionando mejor los recursos
públicos e invirtiendo acertadamente, y no a lo loco, y tratando de conciliar
desarrollo y creación de empleo, probablemente se aliviase un poco la
situación, situación que aún se vería muy mejorada si a los sindicatos se les
sacase de los presupuestos del Estado, y sólo se financiasen por las cuotas de
sus afiliados. Recordemos que las centrales sindicales reciben del Estado
muchos millones de euros anuales (17 en estos tiempos “sanchistas”) y que
tienen más de 200.000 liberados. Vean en la imagen la evolución de la
subvención sindical.
Como parece ser que se quiere modificar la Constitución, sólo para las
cuestiones que interesan a los de la internacional de la mentira, del odio y
del terror, podrían aprovechar y añadir una pequeña cláusula al respecto:
“Los sindicatos serán financiados SÓLO por las cuotas de sus afiliados y por
donaciones y aportes de particulares” ¿Por qué no se hace un referéndum sobre
esto último?
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