Hay un aspecto en el que
todos los marxistas-leninistas-gramscianos están de acuerdo: hay que acabar con
la religión, la cristiana, claro, y destruirla.
Para combatirla, recurren a conceptos trasnochados y decimonónicos absolutamente manidos que provienen de una doctrina dogmática y supersticiosa sobradamente desacreditada por sí misma, aunque tenga muchos fámulos pedantes infumables que aún la defienden. Estos pedantes infumables, que dicen de sí mismos que son “serios y científicos”, no se dan cuenta, por mucho que lo intenten, que la religión no se puede destruir.
En su amada y destartalado URSS, hasta el mismísimo Gorbachov recurrió a Dios
cuando su esposa Raisa se encontraba gravemente enferma. Pero es igual: siguen
con su inquina y su odio a la religión en general, y a la cristiana en
particular. No paran de hacer análisis y análisis: lo único que obtienen es
parálisis.
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