Ante las protestas y la grave situación del campesinado, Stalin hizo una única concesión: permitió a los agricultores labrar una minúscula parcela (un cuarto de hectárea) y consintió que poseyeran unos pocos animales. El resultado fue tan productivo que se hizo la vista gorda y quedó permanentemente establecido.
Pero, claro, esto trajo otro problema: los campesinos de las granjas colectivas (koljoses), dedicaban más tiempo a sus parcelas privadas. En las granjas estatales trabajaban con actitud pigre. A tal efecto, aparecía en el periódico Komsomolshaya Pravda, en 1962, un comentario relacionado con estos problemas. Decía así:
“Es
más fácil suprimir el anofeles (el mosquito transmisor del paludismo) que el
virus del individualismo, el incorregible culto a la propiedad”
Los trabajadores koljosianos, que apenas tenían para
su sustento, no les quedaba más remedio que sustraer parte de la producción del
koljoz para alimentar a sus familias. Esta actitud, en algunos casos, era
denunciada hasta por sus propios hijos. A tal efecto, el diario Pravda de 21 de
Mayo de 1.934, publicaba una poesía del joven Pronia Kobilin que renegaba de su
madre por ser “ladrona de bienes
socialistas”. Dicha poesía decía así:
“Tú eres una cruel saboteadora del koljoz,
madre; tú eres encarnizada enemiga suya;
y como tú no amas al koljoz,
yo no puedo vivir ya contigo.
En una noche de invierno fría y tenebrosa,
Cuando estabas encargada de guardar el trigo del koljoz,
Fuiste tu misma al granero para robar el trigo koljoziano.
Llevaste una vida ociosa la mitad del verano,
Y en invierno, a la caída de la noche,
Cambiabas el trigo robado por forrajes,
Saboteando así el plan de siembras . . .”
(El Decreto de 7 de Agosto de 1932 aplicaba la pena de
muerte a cualquier acto en contra del koljoz, como por ejemplo “servirse de un caballo y una barca para
pescar”. Compendio de la Justicia de la URSS, 1934, página 30, de Andrei
Vichinsky)
A pesar de que la colectivización y los planes quinquenales no funcionaban, los jerarcas rusos seguían con sus objetivos revolucionarios de producción que eran, como casi todo en el marxismo, contrarios a la realidad. El propio Kruschef reconocía que los agricultores entregaban a los almacenes del Estado “barro, hielo, nieve y cañas sin trillar”
Además, había otro problema: la colectivización resultaba costosísima. Los verdaderos ejércitos de fiscalizadores del PCUS, administradores, inspectores, revisores, guardas, el papeleo burocrático, etc, etc, lo ponían de manifiesto.
Todo esto no trajo más que de distorsiones sociales propiciadas por la falta de estímulo de los productores agrícolas y, consecuentemente, tasas bajísimas de crecimiento.
El propio Gorbachov reconocía en Moscú el 3 de Julio de 1.990 que la situación económica en la URSS era “siniestra y contraria al progreso”
El comunismo no se da cuenta de que la solución de muchos problemas sociales consiste en dejar interactuar los intereses legítimos de los ciudadanos y que, cuando se violentan dichos intereses, surgen los desastres: aún hay quien cree ciegamente que el proteccionismo estatal incrementa la demanda de productos y que el nivel salarial de los trabajadores aumenta. Error craso. Estos de la ceguera voluntaria, comunistas de salón, de buen vivir, de viajes, de conferencias, charlas, firmantes de manifiestos, etc, siguen aferrados a una serie de principios dogmáticos bajo los cuales ven toda actividad. Ni el carácter totalitario del régimen comunista, ni la archidemostrada constatación de la falta de libertad, hacen que caigan del caballo camino de Damasco. No aprenderán nunca que sustituir la libertad por la coacción y la organización natural humana por la artificial, llevan a la Humanidad al hambre y a la miseria, como quedó demostrado en la destartalada URSS, y como está demostrado en Cuba y en Corea del Norte, amén de otros sitios.
¿Qué dice a todo esto Sor Yolanda?
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