sábado, 30 de marzo de 2024

De cacos y cacas


 

Decía D. Gregorio Marañón Moya, verdadero republicano, refiriéndose a la II República española: 

“¡Qué gentes! Todo es en ellos latrocinio, locura, estupidez. Han hecho, hasta el final, una revolución en nombre de Caco y de caca”.

 Pues esto es lo que hay en estos momentos en España: mucho Caco y mucha caca, mejor dicho, mucha mierda. No se asusten por esta última palabra porque, como ya sabrán, viene en el Diccionario de los “inmortales” de la RAE.

Suponemos que se acordarán del atraco que hubo en su día a una joyería de la calle Ayala de Madrid, perpetrado por dos serbios que, navajas en mano, intentaron robar y agredir al dueño de la joyería y a su hija. Como es lógico, el joyero se defendió y sacando una pistola disparó contra los ladrones en legítima defensa. Y esto es lo que nos queda cuando la Ley no protege al ciudadano, aunque hay otro asunto más grave cual es el tomarse la justicia por su mano.

Todo esto viene por lo que se denomina “la proporcionalidad en la respuesta defensiva”. Es decir, que si un atracador se vale un arma blanca para cometer el delito, el atracado tiene que defenderse también con arma blanca, oiga. Y si el caco emplea un bate de beisbol, hay que defenderse con el mismo artilugio. Esto obligará a los dueños de negocios que puedan ser atracados, a tener un gran almacén repleto de “armas” defensivas del mismo calibre y tamaño que las de los atracadores: pistolas, navajas (habrá que mirar si son de Albacete), sables, espadas, puñales, piedras, pistolas de agua, machetes, mosquetones, subfusiles, ametralladoras, bazookas, etc, etc.

Como puede colegirse de todo esto, tal parece que la actual ley española está hecha para proteger al delincuente en vez de al ciudadano honrado.

Nos imaginamos que sabrán los actos delictivos que se cometen cada poco contra las joyerías, que son atracadas por sujetos que entran y salen de la cárcel como si nada hubiese sucedido. Para eso está  el “robo con fuerza en grado de tentativa”, oiga.

 Su Sanchidad no cambia nada de esto, aunque no se ve a este sujeto con mucho caletre para este asunto, y en caso de que le intentase hacerlo, a lo mejor no le va a dar tiempo, porque tenemos la sensación de que este tiparraco y su desgobierno van a estar menos tiempo en la Moncloa que lo que paraba el antiguo expreso Gijón-Madrid en la estación de Peñamiel.



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