Ya saben que nos gusta
recuperar la “memoria histórica” y la “democrática”, pero la reciente. Vamos a
ello. Vamos a comentar algo sobre la Teología de la Liberación.
Allá por el año 1.968 se
reunió el Episcopado latinoamericano, en su II Asamblea General en Colombia, y
surgió la llamada Teología de la
Liberación, que no es más que una doctrina revolucionaria e
igualitaria que niega y va contra la fe cristiana, o dicho de otra manera, es “una perversión del mensaje cristiano”,
en palabras del Papa Juan Pablo II. Se podrían hacer unas cuantas preguntas,
tales como qué es exactamente este movimiento, por llamarlo de alguna manera, o
qué es lo que quiere y qué hace. En dos someros artículos trataremos de
explicar algo sobre esto. De lo que sí estamos seguros es de que es pura
hermenéutica, y además bananera.
La Teología de la
Liberación, aparte de ser una doctrina de pensamiento, es
asimismo un movimiento relativamente bien organizado de ámbito internacional,
en el que se engloban activistas con el propósito de cambiar a la Iglesia y a la sociedad
para darles un sentido igualitario, como quería y pretendía el comunismo.
Antes de continuar, debemos
decir que este movimiento no fue totalmente original, ya que por los años 60
estaban en boga por casi toda Europa otros movimientos similares como la
“Teología Crítica”, la “Teología de la Esperanza”, la “Teología Política”, la “Teología
de la Muerte
de Dios”, la “Teología de la
Revolución”, y probablemente alguna más. En estas “teologías”
había una cosa curiosa: lo mismo estaban escritas por protestantes que por
católicos, representando, obviamente, cada una de ellas sus respectivas corrientes.
Durante el gobierno marxista
de Salvador Allende en Chile, en los primeros años setenta del pasado siglo XX,
los teólogos de la liberación se reunieron en aquel país y crearon un
movimiento denominado “Cristianos para el Socialismo”. En la creación de este
movimiento intervinieron un montón de ideólogos, siendo los de más peso el
peruano Gustavo Gutiérrez y el brasileiro Hugo Assmann, que pueden considerarse
como los auténticos creadores de la
Teología de la Liberación.
Hubo más reuniones de carácter internacional, como las que
tuvieron lugar en Méjico, Detroit, Quebec y algunas más.
Al final de la citada década
de los años setenta, se creó la Asociación
Ecuménica de Teólogos del Tercer Mundo, que agrupaba a los
teólogos de América, Asia y África. Dicha asociación fue creada por el padre
Sergio Torres, que a la sazón se encontraba en el exilio en Nueva York, tras la
caída del gobierno de Allende. Uno de los objetivos era el de celebrar
reuniones internacionales de teólogos de la liberación prácticamente en todo el
mundo, pero principalmente en los continentes citados.
El encuentro más importante
tuvo lugar en 1.980 en Sao Paulo, con el nombre de IV Congreso Internacional
Ecuménico de Teología, celebrándose la clausura en el Auditorio Pontificio de la Universidad Católica
de Sao Paulo. En la noche del citado día de clausura se celebró la noche sandinista.
Los teólogos asistentes, sacerdotes, obispos, etc, conmemoraron, junto con
guerrilleros sandinistas, la toma del poder en Nicaragua. Sin comentarios.
Este movimiento de la TL, contó con una propaganda
enorme para su rápida difusión y divulgación. La citada propaganda sirvió, nada
más y nada menos, para que en publicaciones católicas apareciese infiltrada la
doctrina de la TL. Incluso
aparecieron tales infiltraciones en Universidades y en los púlpitos y sermones
parroquiales. Y no sólo esto, sino que también editoriales católicas
contribuyeron a la tal difusión y divulgación. Esta infiltración y propaganda,
hizo que la TL se
difundiese rápidamente por toda Iberoamérica, penetrando asimismo en EE.UU., en
Filipinas y hasta en Corea del Sur.
Para terminar este primer artículo,
diremos que la TL
es un movimiento “ecuménico”. O dicho de otro modo: es un movimiento que reúne
indistintamente a católicos y protestantes, admirados por el marxismo, con el
objetivo de transmitir ideas y modos comunistas.
Como resumen de este primer artículo,
se pude decir que la Teología
de la Liberación
es la revolución en nombre del Evangelio.
Continuará.
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