Hemos escrito en este blog, y en otros sitios, varios
artículos sobre el comunismo que, desgraciadamente, aún sigue instalado en
algunos sitios, aunque los que lo defienden viven lujosamente en otros lugares,
como aquí en España, por ejemplo. No se les ocurre ir a Cuba, a Vietnan, o un
país islámico, ya que en estos sitios no
existen ellos, ellas y “elles”, además de no poder lucir sus lujosas
vestimentas. Dicho esto, vamos a dedicar unas entregas a este asunto.
Los que ya peinamos canas nos acordamos cuando el astronauta
ruso Yuri Gagarin, dio el primer vuelo orbital en abril de 1961 en tiempos de
Nikita Kruschef, que fue secretario del Partido Comunista de la URSS de 1953 a
1964, y posteriormente presidente del Consejo de Ministros de 1956 a 1964. Ante
este evento, Nikita pronunció un discurso elogiando la memorable hazaña del
comandante Yuri. Aprovechó la ocasión para instar a los campesinos a mejorar la
producción agrícola trabajando la tierra, imitando la hazaña del cosmonauta
para que los logros no fueran sólo espaciales.Nikita, el hombre del zapatazo en la mesa en
En los estados totalitarios marxistas, mediante una poderosa policía se puede controlar y someter a los trabajadores del martillo, pero a los de la hoz no es tan fácil. Los campesinos tienden ansiosamente a poseer la tierra que cultivan y se oponen con todas sus fuerzas a la socialización.
Cuando en la destartalada Unión Soviética se obligaba al campesinado a entregar sus tierras al Estado, los labradores recurrían a una especie de resistencia pasiva como era cultivar la tierra con lentitud y ocultar las cosechas. Esta actitud trajo como consecuencia que Rusia, de ser en otros tiempos una de las naciones que más cereales exportaba, pasase a ser, con la colectivización, uno de los países que más cereales importaba, especialmente de los EE.UU.
Son muchos los puntos flacos del comunismo, pero quizá su tendón de Aquiles sea la planificación agrícola que trae como consecuencia el racionamiento, la escasez y el hambre. Estas realidades incuestionables hacen que resulte una farsa la afirmación de que el marxismo sea, entre otras cosas, un sistema económico que sirve para alcanzar el progreso o “el porvenir radiante de la humanidad”.
Las promesas del comunismo, perennemente incumplidas y
aplazadas, aún siguen cautivando. Después de
Poco tiempo después, en 1953, el Comité Central del PCUS también prometió lo siguiente: “en los dos o tres años venideros, nuestro país tendrá abundancia de carne, leche, mantequilla, huevos y otros productos”. Más tarde, en 1957, se sigue alardeando. Por aquel entonces Kruschef decía que los soviéticos rebasarían a los EE.UU. en producción de comestibles: “¡Veremos quién come mejor!”, decía.
Las promesas seguían y seguían. En 1962, todavía
seguía teniendo la cara dura de jactarse de que la agricultura de
Como la agricultura no mejoraba después de tantos años
de colectivización, a
Por los años 60 del pasado siglo XX, la planificación estatal ordenó, de forma obsesiva, el cultivo del maíz y el aprovechamiento de las “tierras vírgenes”. Los jefes de las granjas, como tenían que obedecer ciegamente las órdenes del partido, ordenaron la siembra del grano en miles y miles de hectáreas que eran más aptas para otros cultivos. En muchas de aquellas hectáreas, el maíz se helaba. El desastre fue notorio, pero no público.
El aprovechamiento de las “tierras vírgenes”, fue no menos calamitoso que lo anterior: se intentó producir trigo en las inhóspitas y vastas llanuras de Siberia. No hace falta pensar mucho para saber el resultado.
Continuará.
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