No nos estamos
refiriendo aquí a la magnífica película de John Sturges intitulada
"Conspiración de silencio", en la que actuaban Spencer Tracy, Robert
Ryan, Lee Marvin, Anne Francis, Ernest Borgnine y Walter Brennan, película que
obtuvo un montón de premios, no. A lo que nos estamos refiriendo ahora es al
silencio de los “mass-media” cuando un asunto no interesa ni al gobierno de
turno, ni a los sindicatos, ni a los “artiscejos”, ni a los paniaguados, ni a
los distintos “colectivos”, etc, etc. Y es que de esos “mass-media”, el que más
daño hace es “el ente”, es decir, la TV, ya sea estatal o privada.
Es curioso, e inconcebible, oír a personas que están viendo todo el día los programas de “famosos”, decir que eso “es la realidad”. El daño que está haciendo “el ente” es de lo más destructivo, ya que crea en las personas una especie de drogo-dependencia de difícil curación. Lo que busca “el ente” no es la noticia limpia y aséptica, o la información contrastada y veraz. Esto no le interesa al “pueblo soberano”. De lo que se trata es de provocar la admiración, el impacto, la comidilla, el cotilleo, etc., valiéndose de todo lo habido y por haber: desde la destrucción de valores y principios, hasta el lavado de cerebro con derbis futboleros y demás.
Y aquí viene una de las causas que en su día generaron esta monstruosa crisis:
no hay que reparar en gastos en lo que a los “mas-media” se refiere,
especialmente en lo tocante a la TV. Hay que tener a los medios controlados y
sujetos por los dídimos y no hablar de las cosas importantes, y sí hablar de
hechos sucedidos hace 80 años desenterrando muertos de un solo bando, claro, o
dar publicidad a las manifestaciones de ciertos “colectivos” antinaturales.
En fin, tal parece que hay una conspiración de silencio para no hablar de los
problemas reales, a la vez que esa conspiración también persigue que el
"pueblo soberano" no tenga convicciones propias. El cabilismo, del
que hablaban Ortega y Gasset, Unamuno y Manuel Azaña, está servido.
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