Así se intitula la importante
novela del británico Aldous Huxley, Plaza & Janés Editores, S.A., 1992, 208
páginas. El tema, como ya saben, es de ciencia ficción del acontecer humano.
En el prólogo de la novela,
el autor dice: “A medida que la libertad
política y económica disminuye, la libertad sexual tiende, en compensación, a
aumentar. Y el dictador hará bien en favorecer esta libertad. En colaboración
con la libertad de soñar despiertos bajo la influencia de los narcóticos, del
cine y de la radio, la libertad sexual ayudará a reconciliar a sus súbditos con
la servidumbre que es su destino”.
El autor nos dice en su obra
que la Humanidad
ha alcanzado tal grado tecnológico, que ya no hay ni guerra, ni pobreza y todos
son inmensamente felices. Los avances en tecnología reproductiva son tales, que
se realizan cultivos humanos, además de educar a la gente mediante el sueño
(“hipnopedia”).
Sin embargo, para llegar a
esta situación de Arcadia feliz, se han
suprimido y eliminado muchas cosas: el arte, la ciencia, la familia, la
filosofía y la religión.
La novela se desarrolla en un
lejano año 2.488. Las personas nacen por incubación y son predestinadas al
nacer para pertenecer a diferentes capas sociales, grupos, castas o estamentos.
Así, están los Alfas, Betas, Gammas, Deltas y Epsilones, estando cada grupo
programado para realizar determinadas tareas. Los Alfas, son los más
inteligentes y la casta superior, mientras que los Epsilones son los más
ineptos y los que realizan los trabajos más duros. Para que no haya “lucha de
clases”, los embriones de los diferentes grupos son programados y
acondicionados, mediante la “hipnopedia”, para convencerles de las excelencias
de este mundo feliz y sentirse orgullosos de pertenecer a su casta. Además, sus
necesidades están satisfechas y cubiertas, y en el caso de que alguien se
encontrase mal por cualquier circunstancia, el Estado le entregaría el “soma”,
una droga aliviadora que les hace sentir una felicidad absurda.
Los miembros de esta sociedad
también están debidamente entrenados para ser buenos consumidores, con el
objeto de que la economía sea fuerte y no se derrumbe.
Los jóvenes están total y
absolutamente controlados por el Estado, que los induce desde su niñez a que
practiquen juegos sexuales, con el total parabién de los padres, sin que éstos
intervengan en dichos juegos. La única intervención que se les permite es la de
reprender al niño que no quiera participar en dichos juegos.
Como se comprenderá, este
proceso “educativo” elimina el noviazgo, el enamorarse y, obviamente, la
familia y sus relaciones sexuales son realizadas sin amor y sí de una forma
mecánica, indolente y apática.
¿Les suena algo esta
situación? Seguro que sí.
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