sábado, 23 de marzo de 2024

“Un mundo feliz”


 

Así se intitula la importante novela del británico Aldous Huxley, Plaza & Janés Editores, S.A., 1992, 208 páginas. El tema, como ya saben, es de ciencia ficción del acontecer humano.

En el prólogo de la novela, el autor dice: “A medida que la libertad política y económica disminuye, la libertad sexual tiende, en compensación, a aumentar. Y el dictador hará bien en favorecer esta libertad. En colaboración con la libertad de soñar despiertos bajo la influencia de los narcóticos, del cine y de la radio, la libertad sexual ayudará a reconciliar a sus súbditos con la servidumbre que es su destino”.

 El autor nos dice en su obra que la Humanidad ha alcanzado tal grado tecnológico, que ya no hay ni guerra, ni pobreza y todos son inmensamente felices. Los avances en tecnología reproductiva son tales, que se realizan cultivos humanos, además de educar a la gente mediante el sueño (“hipnopedia”).

 Sin embargo, para llegar a esta  situación de Arcadia feliz, se han suprimido y eliminado muchas cosas: el arte, la ciencia, la familia, la filosofía y la religión.

 La novela se desarrolla en un lejano año 2.488. Las personas nacen por incubación y son predestinadas al nacer para pertenecer a diferentes capas sociales, grupos, castas o estamentos. Así, están los Alfas, Betas, Gammas, Deltas y Epsilones, estando cada grupo programado para realizar determinadas tareas. Los Alfas, son los más inteligentes y la casta superior, mientras que los Epsilones son los más ineptos y los que realizan los trabajos más duros. Para que no haya “lucha de clases”, los embriones de los diferentes grupos son programados y acondicionados, mediante la “hipnopedia”, para convencerles de las excelencias de este mundo feliz y sentirse orgullosos de pertenecer a su casta. Además, sus necesidades están satisfechas y cubiertas, y en el caso de que alguien se encontrase mal por cualquier circunstancia, el Estado le entregaría el “soma”, una droga aliviadora que les hace sentir una felicidad absurda.

 Los miembros de esta sociedad también están debidamente entrenados para ser buenos consumidores, con el objeto de que la economía sea fuerte y no se derrumbe.

 Los jóvenes están total y absolutamente controlados por el Estado, que los induce desde su niñez a que practiquen juegos sexuales, con el total parabién de los padres, sin que éstos intervengan en dichos juegos. La única intervención que se les permite es la de reprender al niño que no quiera participar en dichos juegos.

 Como se comprenderá, este proceso “educativo” elimina el noviazgo, el enamorarse y, obviamente, la familia y sus relaciones sexuales son realizadas sin amor y sí de una forma mecánica, indolente y apática.

 ¿Les suena algo esta situación? Seguro que sí.



 

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