Como decíamos en la primera entrega, vamos a dedicar
unas a Vissariónovich Dzhugashvil, alias “Stalin”, o “Koba”, con motivo de su
fallecimiento en este mes de marzo, concretamente el día 5, pero de 1953. En
las próximas entregas veremos algunos comentarios sobre libros que hablan sobre
este nefasto personaje.
Y continuamos con este criminal.
Como ya sabrán, en febrero de 1956 tuvo lugar le X X
Congreso del PCUS, en el que el criminal Stalin era denunciado y puesto a parir
por sus propios camaradas, principalmente por Nikita Kruschef. Ni qué decir
tiene que tal asunto fue la primera piedra de toque para el derrrumbe del
sistema.
Ese mismo año, concretamente en el mes de octubre,
tuvo lugar la revolución de Hungría, país que fue ocupado por el ejército rojo
de la URSS después de terminar la I I Guerra Mundial, cayendo en la órbita
soviética. Durante esta revolución, y por mor de dicho Congreso del PCUS, los
húngaros creyeron que la “desestalinización”, y la dureza del sistema
comunista, se habían terminado. Muchos de ellos se atrevieron a derribar una
gigantesca estatua del Stalin, asunto este que sirvió para que miles y miles de
personas pagaran con su vida este acto.
El citado Kruschef, a pesar de su ataque a Stalin,
ante esta revolución húngara, el 4 de noviembre de ese año 1956 envió el
ejército rojo a Hungría. Lo que sucedió, ya se sabe.
Las críticas de este otro criminal hacia Stalin, sólo
tenían por objeto hacer propaganda del sistema. Decía en dicho Congreso:
“Nuestro
partido, todos nosotros, condenamos resueltamente a Stalin por los errores y
las deformaciones groseras que han perjudicado gravemente la causa del partido
y la causa del pueblo”. ( I )
Ni qué decir tiene que el “pueblo soberano” soviético
no sabía nada de las monstruosidades del criminal Stalin denunciadas en el
citado Congreso. Del asesinato de Trotski, de los crímenes y matanzas de
“revisionistas”, incluso del pacto Molotov-Ribentrop; de las deportaciones y
purgas, no tenía ni idea, si bien algunas personas sí lo sabían. Ahí están los
libros escritos por Kravchenko, Koestler, Ayn Rand y un largo etc., denunciando
no solamente a Stalin, sino al sistema.
También es cierto que la mentada “desestalinización”
produjo resquebrajamientos y divisiones en los partidos comunistas del mundo. “El padre de todos los pueblos”, “El hombre que más amamos” y las
simpatías que había por él, sobre todo aquí en España en los tiempos
republicanos, quedaron maltrechas, aunque los fanáticos y pedantes marxistas
siguieron con la monserga del “socialismo científico”, presentándolo como una
ciencia infalible que hacía los “análisis” de forma objetiva, y que Stalin
había destruido todo esto por su “locura”.
Aún hoy, a los 71 años de su fallecimiento, Stalin
continúa siendo un fantasma que sigue influyendo sobe determinadas “cabezas
pensantes”.
( I ).- “Tiempo de Historia”, Edición Prensa Periódica S.A., Número 40,
Marzo 1978, página 9, autor Eduardo Haro Técglen.
Continuará.
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