El título completo de este libro de Paul Preston
es “El zorro rojo. La vida de Santiago
Carrillo”, Editorial Debate, primera edición abril 2013, 398 páginas
incluido el Índice alfabético. De la presente edición en castellano para todo
el mundo: Random House Mondadori, S.A., Efrén del Valle Peñamil, por la
traducción. Antes de continuar con esta obra, recomendamos su lectura. No tiene
desperdicio.
En el capítulo 3 intitulado “Una ambición sin límites 1939-1950”, página 99, se ve la crueldad, el servilismo y la miseria de Carrillo. Así, en plena guerra civil, este sujeto “permaneció en Francia con otros miembros del Politburó. Líster afirmaba que su lugar debía de ser la zona central, donde se hallaban la mayoría de los militantes delas JSU”. Como justificación a tal cobardía, “afirmó que había querido volver a España, pero que una serie de motivos se lo habían impedido. El menos plausible de los que citaba era que el Politburó quería asegurarse de que no iba a acabar luchando contra su propio padre.
Otra disculpa que dio fue la de que no había
sitio “en ningún avión con destino a Alicante”. Líster manifestó cuando regresó a España el 13 de febrero que
en “su avión de treinta y tres plazas
viajaba con veinte asientos vacíos”.
Otra disculpa
que dio fue la de que padecía sarna. Manuel Tagüeña a tal efecto dice
que Carrillo “simplemente había
desobedecido las órdenes para que regresara, la sarna bien pudo ser la excusa
que les dio a sus superiores”.
Quizá lo más importante de este capítulo sea la
carta que envió a su padre Wenceslao Carrillo, renegando de él. Parte de esta
carta ya la hemos visto en el artículo “Recordando
la Historia. La república marxista ” ( X X I V ), insertado en este blog
con fecha 18 de octubre de 2016. Recomendamos leerlo, así como ver el vídeo.
Preston nos dice en este capítulo sobre esta
carta que Carrillo”Debía de preocuparse sobre manera que la participación de su padre en
la Junta de Casado hubiera borrado de un plumazo todos sus esfuerzos por
ascender dentro de la jerarquía del partido. Necesitaba adoptar medidas
drásticas para evitar verse mancillado ante la cúpula del PCE. Al fin y al
cabo, las purgas dela Unión Soviética habían demostrado que imperaba la idea de
que la traición de un pariente contaminaba la sangre de toda la familia y, por
tanto, tendría terribles consecuencias para el militante”.
Un dato que refleja la “personalidad” de este
sujeto, aparece en el “Prólogo”
cuando decía en 1976: “No escribiré nunca
mis memorias porque un político no puede decir la verdad”. Sin embargo,
Editorial Planeta, Colección Espejo de
España nº.165, 1993, lanza a la calle sus “Memorias”, libro de 752 páginas. Sin
comentarios.
¡Menudo ejemplar para el “vínculo luminoso”,
doctor Sancheznstein!
Continuará.
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