Nos dicen que vivimos en la sociedad de la
información. Evidentemente, esto es cierto. Tan cierto, que estamos informados
sobresaturadamente. Pero, ¿quién o quiénes deciden qué tipo de información debemos
recibir? ¿Quién o quiénes controlan y manejan la difusión de las noticias que
interesan? ¿Cómo podemos diferenciar lo cierto y riguroso, de lo vano, fútil,
superficial, y sobre todo, manipulado? ¿A quién beneficia esta
información?
La gente no se preocupa de las relaciones que
existen entre el gobierno y los medios de comunicación, ya sea prensa, radio o
televisión. Aunque
Nos dicen, también, que la prensa es el
cuarto poder. Mentira: en España forma parte de las citadas pléyades. Para eso
tiene sus “intelectuales orgánicos” bien asalariados, que se dedican a
corromper conciencias, fabricando estereotipos, demonizando a la oposición
poniéndola como peligrosa para la convivencia y tachándola de “violenta”,
mientras que ellos son los “pacíficos y limpios de corazón”, ya que sus
periodistas con “objetivos” y “neutrales”.
Y para terminar, a los que no nos gusta ni la
desinformación, ni la censura, ni la manipulación, ni la bota, ni el bozal, ni
el grillete, ni el oír, ver y callar, se nos tacha de fascistas, de
retrógrados, de ser partidarios de la conspiración judeo-vaticanista y demás
lindezas propias de los de la internacional de la mentira, del odio y del
terror.
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