Los intelectuales orgánicos siempre han manipulado los
conceptos de autoritarismo y totalitarismo, llegando a decir verdaderas
barbaridades. Así, por ejemplo, se decía y se dice, que en la antigua URSS
había libertad, o en la misma Cuba de hoy.
La distinción entre ambos conceptos, no ha
desaparecido, aunque a veces se emplean criterios distintos. La diferencia
entre ellos es muchísimo mayor de lo que pretenden darnos a entender estos
intelectuales orgánicos.
Así, el totalitarismo quiere y persigue modelar a toda
la sociedad a su modo y manera, de acuerdo con la ideología, entrometiéndose no
sólo en la vida privada de las personas, sino también en la vida pública. La
injerencia es total y absoluta y no hay sitio para los dudosos, ni para los
indiferentes ni para los tibios. Decía el criminal Stalin que “quien no está
con nosotros está contra nosotros”.
El autoritarismo se conforma con reprimir lo que le
molesta, dejando en paz a todo lo demás. Esto se ve más claramente en la
prensa, por ejemplo, a la que censura prohibiendo publicar lo que no le
conviene.
Sin embargo, el totalitarismo pretende y quiere ser el
director del contenido de esa prensa, erigiéndola en un arma o medio de
ideologización. Como ejemplo de esto puede ponerse lo que era el Glavit
soviético, órgano oficial de censura del régimen, que censuraba, valga la
redundancia, hasta las etiquetas de la cerveza y del vodka. Ningún medio de
comunicación podía escaparse a este gran hermano del sistema. Todo ello, claro,
embadurnado con el "agitprop”, que era el vehículo encargado de
expandir las consignas y lemas del partido.
En resumen, el totalitarismo es la total absorción por
parte del Estado de todo el acontecer privado y público de la sociedad.
Totalitarios, además de criminales, fueron Lenin, Stalin, Pol Pot, Mao Tse
Tung, Fidel Castro, etc, etc, venerados por los de la internacional de la
mentira, del odio y del terror.
No hay comentarios:
Publicar un comentario