Como decíamos en la anterior entrega, hoy veremos algo sobre el asesinato de López Ochoa.
Y seguimos con la influencia soviética sobre la
II República española que, como ya hemos dicho varias veces, se sigue omitiendo
por los “historieteros” de ahora.
De la historia de López Ochoa sólo se sabe la contada por los “historieteros
bien pagaos” del régimen que, como ya hemos dicho otras veces, cobran por
distorsionar la historia y por mentir.
Durante la Dictadura de Miguel Primo de Rivera ocupó el cargo de Gobernador
Civil y Militar de Cataluña, pero pronto fue destituido y cesado debido
a los constantes enfrentamientos con Primo de Rivera, teniendo que exiliarse en
Francia, ingresando en la masonería.
Posteriormente, y ya en la República, y también brevemente, ocupó el cargo de
Capitán General de Cataluña, siendo encargado por Alejandro Lerroux y por Diego
Hidalgo, a la sazón ministro de Guerra, de reprimir la revolución asturiana de
1934.
Una vez el Frente Popular en el poder tras las elecciones de febrero de 1936, y
una vez llevado a cabo el Alzamiento Nacional del 18 de julio, milicianos
socialistas y comunistas de toda España se concentraron en Madrid pensando que
el conflicto se iba a resolver allí.
Los milicianos asturianos que allí se habían desplazado, y debido a la
atronadora propaganda marxista, estaban convencidos de que su enemigo mortal
era el general López Ochoa por la citada represión en Asturias.
El general Pozas, que a la sazón era ministro de la Guerra en el Gobierno de
Martínez Barrio, estaba preocupado por la situación de López Ochoa y le ordenó
que se trasladase al Hospital Militar “Gómez Ulla” pensando que allí estaría
más seguro de su persecución por los milicianos. Pero se equivocó: una turba
sangrienta lo cogió. Valientemente se encaró con sus asesinos diciéndoles:
“¡Podéis disparar cuando os venga en gana!”. Una ráfaga de tiros acabó
con su vida. Una vez muerto, uno de los asesinos le cortó la cabeza con una
navaja, que posteriormente fue clavada en una bayoneta de una miliciana. Su
cuerpo, sin la cabeza, fue enterrado en el Cementerio del Este el día 17 de
agosto de 1936, un día después de su asesinato.
Como ya hemos dicho en otras ocasiones, el diario ABC de aquellas fechas estaba
incautado por la República. Observen el cinismo y la mentira sobre el asesinato
de López Ochoa que aparece en dicho diario el 18 de agosto.
Nota.- Dicha imagen está tomada de la Hemeroteca de ABC.
Continuará.
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