Como ya hemos dicho varias veces, en aquella república había un conflicto de intereses: por una parte estaban las directrices y conveniencias de la URSS, y por el otro la defensa de la verdadera República, que era la que defendían los Ortega y Gasset, Marañón, Pérez de Ayala y varios más, que tuvieron que huir a Francia perseguidos por los comunistas.
La influencia del marxismo en la historiografía y en otros asuntos, sigue
campando por sus respetos. No hay más que leer a ciertos “historieteros”
de fascículo y bien subvencionados, para comprobarlo. Sin embargo, de los
libros que se están escribiendo después de la apertura parcial de los archivos
de la implosionada URSS, nada se dice ni se comenta.
Así, durante la II República española se empleaba constantemente la palabra
obrero como un instrumento de enfrentamiento. Había “partidos obreros”,
“movimientos obreros”, etc, etc, que estaban enfrentados a la oligarquía, a los
terratenientes, al ejército, a la iglesia, etc. Si la CEDA, que era definida
como retrógrada, reaccionaria y representante de estas instituciones, ¿cómo es
que este partido, en unión del Partido Radical, ganó limpiamente las elecciones
de noviembre de 1933?
Por otra parte, esos partidos obreros, el PSOE, PCE, POUM y CNT, acabaron
enfrentándose, e incluso asesinándose entre ellos, como ocurrió con Andrés Nin,
líder del POUM, vilmente asesinado por los comunistas.
Asimismo, las escisiones dentro de estos partidos fueron notorias, pero no muy
públicas. Tales serían los casos del PSOE y del PCE que originaron guerras
civiles entre ellos. Pero, claro, de esto y de otras cosas los “historieteros”
de la internacional de la mentira no dicen nada. Como mucho, lamentan estos
enfrentamientos para acabar diciendo que, gracias a dichos enfrentamientos, fue
lo que permitió que triunfase el “fascismo”.
Y en esto surge Azaña, que se alió con estos “partidos obreros”, a los que, con
su prepotencia y arrogancia desmedidas, pretendía gobernar y dirigir. Como ya
se sabe, ocurrió todo lo contrario: Azaña fue manipulado y zarandeado por esos
“partidos obreros”.
Por otra parte, dentro de estos “partidos obreros” hubo cambios de chaqueta. El
más paradigmático fue el del criminal Santiago Carrillo. Como sabrán, en 1934
fue nombrado secretario de las Juventudes Socialistas. Dentro de estas
Juventudes, había dos tendencias: una encabezada por reformistas y moderados,
capitaneada por el profesor de Lógica Julián Besteiro, y otra, de carácter
revolucionario, encabezada por el “Lenin español” Largo Caballero. A este último
grupo se unió Carrillo que, como ya es sabido, luego cambiaría la chaqueta al
PCE. (En la foto los encorbatados Largo y Carrillo cogidos del brazo).
Otro caso de “chaqueterismo” sería el de Margarita Nelken, “sujeta” esta
que escondió en su casa a uno de los asesinos de Calvo Sotelo. Pues bien,
dicha “sujeta” solicitó el ingreso en el PCE, cosa que le negaron.
¿Qué dicen a todo esto sor Yolanda y su "Sanchidad"
en su “memoria democrática?
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