Los religiosos y religiosas fueron el objetivo prioritario de aquel Frente Popular republicano. El único motivo de esta encarnizada persecución era la fe que tenían. Una de las comunidades religiosas que fue totalmente asesinada fue la de los padres agustino del Monasterio de El Escorial, comunidad compuesta por 100 religiosos, entre sacerdotes y seminaristas que allí se encontraban estudiando. Curiosamente allí había estudiado Manuel Azaña.
Los primeros días de agosto de 1936 el antiguo
convento de San Antón se convierte en la Cárcel Checa de San Antón. Allí
permanecerán las personas que serán fusiladas en noviembre de ese mismo año.
El orondo líder socialista Indalecio Prieto, ante el
temor de las consecuencias internacionales que estos asesinatos pudiesen
acarrear al Frente Popular, intentó evitarlas, aunque sin ningún resultado. La
posibilidad de que Madrid fuese liberado por lo nacionales, aceleró el
exterminio de los presos de la diversas cárceles y checas.
Sin embargo, las grandes matanzas estaban por empezar.
Durante los meses de setiembre y octubre los asesinatos se producían de forma
lenta, pero en el mes de noviembre, el asunto cambió, ya que tanto los
socialistas, comunistas y anarquistas querían acabar con sus enemigos políticos
de una vez. Dichas matanzas se produjeron principalmente en Aravaca, Torrejón y
especialmente en Paracuellos.
A finales de octubre y primeros de noviembre,
comenzaron las grandes “sacas”, con los asesinatos de Ramiro de Maetzu, que
pronunció la conocida frase de “vosotros no sabéis por qué matáis, yo sí sé
por qué muero: porque vuestros hijos sean mejores que vosotros”
Los fusilamientos en Aravaca se suspendieron porque
las tropas nacionales estaban a las puertas de Madrid, eligiendo otros sitios
como un emplazamiento cerca de la carretera de Valencia, Rivas Vacíamadrid, y
finalmente, Paracuellos del Jarama. En aquellos momentos el gobierno
republicano no podía ocultar lo que en Madrid estaba sucediendo.
Durante la noche del día 6 al 7 de noviembre de 1936,
el gobierno republicano huyó muerto de miedo, constituyéndose la Junta de Defensa
de Madrid, presidida por el general Miaja, siendo nombrado Consejero de Orden
Público el líder de las Juventudes Socialistas Unificadas, el comunista
Santiago Carrillo Solares, y como delegado a sus órdenes a Segundo Serrano
Poncela.
Ante esta situación llegan a Madrid los primeros
brigadistas internacionales enviados por el
criminal Stalin para defender la capital. El PCE quería conservar la
ciudad a cualquier precio, consiguiéndolo. Desde hacía bastante tiempo, las
máximas autoridades de la República fueron conscientes de los crímenes contra
la humanidad cometidos por los comunistas en Paracuellos, aunque intentaron
ocultar los asesinatos, como o podía ser de otra manera.
Y como hay que recuperar la memoria democrática
“sanchista”, veamos lo que decía el criminal Santiago Carrillo, que siempre
defendió la aniquilación de sus enemigos de clase, en una entrevista que le
hizo la periodista y corresponsal de guerra Oriana Fallaci, en octubre de 1975:
“Yo no condeno la violencia, no estoy contra
la violencia, la acepto cuando es necesaria, y si la revolución va a tener
necesidad en España de la violencia, como ha tenido necesidad en otros países,
estaré pronto para ejercitarla”. Sin comentarios.
Continuará.
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