Hace unos días hemos visto a unos veinteañeros hacer una pintada en la que se leía “Marx, vive”. Con toda seguridad estos jovenzuelos no tienen ni pajolera ide de la doctrina marxista, de la que sólo saben cuatro típicos tópicos expuestos con populismo, demagogia y logomaquia.
Y volvemos una vez más a escribir sobre el marxismo, como
ya hemos hecho varias veces en este blog, que es doctrina cruel y fanática que
ha sembrado el terror y el horror por medio mundo, y sobre la que se habla
mucho sin haber leído jamás a Marx, y lo que es peor, sin haber comprendido sus
falsas ideas y planteamientos.
Para empezar, diremos que el marxista es una persona
que presume de haber superado las “supersticiones” religiosas, a las que
considera poco menos como cuentos de fantasía propios de la “Edad Oscura”, comenzando
así un sendero estrecho preñado de dogmatismos, falacias y sofismas.
Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin (1870-1924), cuanto contaba tan sólo
25 años, hizo su primer viaje al extranjero, conociendo al Paul Lafargue, un
renombrado y popular socialista francés, quien le preguntó que qué estaban
haciendo los socialistas en Rusia. Lenin le contestó que estaban enseñando la
doctrina marxista a los trabajadores, ante lo cual Lafargue mostró su escepticismo
ya que, durante más de veinte años, se había hecho lo propio con los
trabajadores de Francia no consiguiendo que la doctrina marxista fuese
comprendida.
El gran economista Keynes ya expresaba este
escepticismo e incredulidad, por no decir mentira, cuando afirmaba que cómo era
plausible que una doctrina “tan aburrida
e ilógica” pudiera tener tanta influencia, ya que el marxismo es un dechado
de dogmas, prescripciones y rechazos expuestos de forma entusiasta, amén de
grandes contradicciones.
Como ejemplo de dichas contradicciones ahí tenemos la
condena del explotador capitalista, que vive opíparamente y se enriquece
gracias al trabajo y al sufrimiento del trabajador. Sin embargo, tanto en el
“Manifiesto comunista”, como en “El capital”, hay párrafos de auténtico elogio
del capitalismo. Escribe Marx que el capitalismo moderno, en el período de
varias décadas, ha contribuido al bienestar de la Humanidad más que cualquiera
de los sistemas económicos anteriores, reuniendo a las naciones tanto por lazos
económicos, como por el intercambio de ideas. Es decir, que el capitalismo ha
significado progreso y civilización. Como pueden ver, gran paradoja.
Pero, claro, para salir de esta paradoja, Marx recurre
a la “convicción”, de forma
“científica”, de que “ahora” (se refiere a los años 1848 y 1867, en los que
aparecieron el “Manifiesto comunista” y el primer tomo de “El capital”,
respectivamente), es el momento del fin del capitalismo, en lo que se refiere a
Europa Occidental, ya que de seguir provocaría un “aumento” de la pobreza del
proletariado porque la legislación capitalista impiden que se le pague al
trabajador más de lo que necesita para sobrevivir. De esta forma crecerá el
desempleo aumentando la pobreza, lo que hará que el capitalismo desaparezca y
se desintegre. Lo que no previó Marx fue precisamente la desintegración del
comunismo, generador de miseria y de hambre, mientras que el capitalismo ahí
sigue dando trabajo a millones y millones de personas en todo el mundo.
En la próxima entrega seguiremos viendo el fanatismo
marxista con sus dogmas, que no se revisan y que continúan estabulados en las mentes de mucha gente.
Continuará.
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