Como ya saben, en noviembre de 1936, concretamente el día 6, las tropas nacionales llegaban a las puertas de Madrid. El gobierno republicano, presidido por el socialista-marxista Largo Caballero, huyó de la ciudad, dejando el sino de los madrileños en manos del PCE que, como no podía ser de otra manera, siguió las instrucciones de Moscú obligándole a continuar la guerra. Ante la probabilidad de que miles de presos políticos pudieran ser liberados y rescatados de sus cárceles, tomo la decisión de aniquilarlos, cometiendo el Frente Popular en Paracuellos de Jarama, probablemente el mayor genocidio de nuestra historia.
De la cárcel Modelo salieron las mayores y principales
“sacas” de presos, que luego serían asesinados en Paracuellos. Durante los tres
años que el PCE controló la capital, tuvo lugar el exterminio bien organizado
de la población civil. Para ello se entregaron armas a los milicianos
izquierdistas, que eran de una violencia extrema, produciéndose en el Cuartel
de la Montaña la matanza de los sublevados que se habían rendido.
Para socialistas y comunistas de aquel Frente Popular,
la obsesión y el objetivo eran la eliminación de millares de españoles
condenados por el simple hecho de sus creencias religiosas y políticas.
Parecían los tiempos de la revolución rusa de 1917. Con la aparición de las
checas, el terror llegó a un extremismo brutal.
El gobierno frente populista toleró y admitió que dichas
milicias izquierdistas, formadas e integradas por delincuentes comunes salidos
de las cárceles, hiciesen sus formaciones particulares, es decir, las temidas
checas que, bajo el apoyo, ayuda y amparo de lo que se conocía como “Tribunales
Populares”, empezaron las capturas, crímenes, asesinatos y “paseos” de los “enemigos”
de la República y de la “libertad”, ya saben: personas de derechas y sobre todo
personas religiosas, cuando verdaderamente eran los milicianos los que abatían,
pisaban mancillaban y despreciaban a la República y a la libertad.
Otro de los objetivos del PCE, cuando los nacionales
ya rodeaban Madrid, era apoderarse de la Junta de Defensa, asunto este que
consiguió, amén de desear eliminar a la “quinta columna” por mandato de Moscú y
de la Internacional comunista. Dicha “quinta columna” la componían las personas
que podían engrosar las filas nacionales si Madrid caía.
Cuando la guerra comenzó, el asunto no iba bien para
el bando republicano. La situación obligó a Manuel Azaña a cambiar el gobierno,
haciéndose con el poder el violento y radical socialista-marxista Largo
Caballero, que había demostrado tales “virtudes” durante el golpe de estado de
la revolución de Asturias de 1934. Bajo su gobierno se cometieron todo tipo de
asesinatos y crímenes en la zona republicana. Las citadas milicias frente
populistas se convertirán en dueñas del escenario. La responsabilidad del
gobierno en este asunto quedó manifiesta, aunque para ciertos “historieteros” y
lameculos de la internacional del odio, de la mentira y del terror, tales
crímenes y asesinatos fueron obra de “incontrolados”.
Pero, claro, oiga, dichos “historieteros
internacionalistas” nada dicen de lo que apareció en el periódico comunista “Milicia
popular” el 5 de agosto de 1936, periódico que se publicó entre julio de 1936 y
enero de 1937:
“En Madrid hay más de 1.000 fascistas
presos entre curas, aristócratas, militares, plutócratas, empleados . .
.¿Cuándo se les fusila?”
Continuará.
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