La
“socialdemocracia”, por no llamarlo de otra manera, se está excediendo de tal
manera en algunas cosas que pueden traer unas consecuencias nada buenas para la
sociedad en general. Así, por ejemplo, cada vez hay más libertinaje y menos libertad,
lo que conlleva que se contemplen derechos absurdos y se soslayen, o no se
tengan en cuenta, los derechos esenciales, amén de no querer saber nada de
obligaciones.
Es un auténtico atraco social
que el terrorista, el delincuente, el violador, el ladrón, etc, estén
protegidos por las “garantías constitucionales”, mientras que las personas que
se defiendan de estos elementos pueden acabar en la cárcel.
En esta España destartalada,
los altos índices de delincuencia rozan lo increíble porque, claro, comprensión
y talante dan para eso y mucho más. Es el lastre del “gonzalato”, del
“zapaterato”, y no digamos ya nada del actual “sanchismo”.
En cierta ocasión, en una
tienda de comestibles entró un individuo de mal aspecto que empezó a mirar por
toda la tienda en busca de cámaras. La dependienta le preguntó que qué quería,
a lo que el individuo respondió de forma chulesca que no quería nada,
simplemente estaba mirando. Automáticamente, la chica se metió en la trastienda
y llamó a la policía. Contó lo que le estaba sucediendo y la citada policía le
respondió que no podía hacer nada puesto que ella no había sufrido ningún
ataque por parte del individuo. Volvió otra vez para la tienda y le dijo el
tipo que se preparase porque la había oído llamar a los guardias. En ese
momento entró otra persona en el establecimiento y la dependienta aprovechó
para volver a hacer otra llamada diciendo que viniesen inmediatamente porque
había matado al hombre. A los cinco minutos, policías, coches celulares,
ambulancias, motos, luces y hasta un helicóptero se presentaron en el lugar.
Evidentemente, era mentira que la dependiente había matado al posible
atracador, pero era la única manera de que se presentasen los policías.
El que quiera entender que
entienda.
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