No hace falta ser ningún premio Nobel para darse cuenta de que España es despreciada. Y es despreciada y desplazada por una razón muy sencilla: porque estamos perdiendo y abandonando nuestro patrimonio tradicional.
Volvemos a despeñarnos por mor a una nueva fatua revolución atosigante que hace que nuestros valores, tales como el sentido de justicia, el sentido religioso, el sentido del deber, la fidelidad, al amor al arte, al derecho, a la filosofía etc, etc, se desvanezcan o, mejor dicho, se anulen y se destruyan. Es como si trataran de entumecer el verdadero espíritu nacional desviándolo por otros cauces que están fuera de la corriente de nuestra historia. Así, se nos emborracha diariamente con temas ruines, triviales y de baja política, a la vez que se hurga y se remueve en lo más bajo e insano del espíritu, diciéndonos, por ejemplo que Felipe II era el “Demonio meridiano”, o que el descubrimiento de América fue obra de ladrones, criminales, aventureros, etc,. Es decir, vuelve la leyenda negra mezclada con el invento “zapateril” de la “alianza de civilizaciones”, y su aplicación en estos tiempos del “sanchismo”,
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