Como ya saben, nos gusta recuperar la “memoria
democrática” de Su Sanchidad. Vamos a ello.
Permítasenos el oxímoron: clamoroso silencio de la
casta política, tanto de un bando como de otro, ante los ataques al
cristianismo perpetrados en Madrid y Granada en junio de 2.017. Que se callen
los de la internacional de la mentira, del odio y del terror, no nos extraña.
Pero que no digan ni mu otros, sí que nos extraña, aunque la cobardía y el
acomplejamiento ya sabemos que campan por sus respetos por esto que aún algunos
llaman España.
Como recordarán, el día 23 de junio del citado año
2.017 intentaron quemar una capilla de la UAM (Universidad Autónoma de Madrid)
lanzando cócteles molotov dentro. Los daños materiales por este acto fueron
cuantiosos. Curiosa y cobardemente, se condenó en su día el ataque a una
mezquita sita en la M-30, pero del citado ataque a la capilla, ni mu.
Como siempre, y como no podía ser de otra manera,
apareció la manida pintada de “La iglesia
que ilumina es la que arde”, muy de moda en tiempos de la Guerra Civil
Española, pronunciada por el anarquista Buenaventura Durruti, aunque hay quien
dice que esta frase es original del anarco-comunista ruso Piotr Kropotkin, que
criticó duramente la revolución bolchevique de 1917, escribiendo posteriormente
una carta al criminal Lenin reprochándole el asesinato de los prisioneros de guerra
y de otras personas.
Por otra parte, ese mismo mes y año fue atacada una
monja en Granada por un sujeto que le propinó un puñetazo rompiéndole la nariz
al grito de “¡Esto por ser monja!” Más
cobarde no se puede ser, aunque a lo mejor también tenía pensado dar otro
puñetazo a un islamista, oiga.
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