El título completo del libro
es “La obsesión antiamericana. Dinámica,
causas e incongruencias”, escrito por Jean-François Revel, Ediciones Urano,
S.A. 2003, 247 páginas.
Como comentábamos en nuestro
anterior artículo, la ayuda de los
países ricos a los países pobres era mirada como una “devolución de lo robado”
porque piensan que la economía es un asunto de suma cero, es decir, lo que unos
pierden es porque otros lo ganan.
Desde luego esto es un
planteamiento muy pobre, o tal vez mal
intencionado. Cuando se realiza un verdadero comercio entre países, se crea
riqueza que va en beneficio de todos. Esto es indiscutible. Lo que sucede es que
hay una serie de tópicos izquierdistas entre los cabe reseñar, porque viene al
caso, el de que lo que enriquece a los países es la guerra.
Si una empresa multinacional
va bien y obtiene beneficios, es porque está produciendo los bienes que se le
demandan, y no porque engaña a los consumidores. Este pensamiento de
enriquecerse por el engaño, está enquistado en lo políticamente correcto y algunos
hacen verdaderas piruetas para intentar demostrar lo indemostrable.
Lo que les duele a estos
antiamericanos es que los Estados Unidos avanzan, progresan y van en cabeza de
casi todo, no porque haya explotación, palabra que figura en el frontispicio
del cualquier mente marxista, como causante de todos los males habidos y por
haber, sino por mor a su democracia, a su estado de derecho y, sobre todo,
gracias a las libertades de todo tipo que allí hay.
Pero es igual: el odio que se
le tiene continúa estabulado en muchas mentes, odio que proviene del marxismo.
Pero ahora existe otro odio del que también se están aprovechando los de la
internacional de la mentira, del odio y del terror: el que emana del mundo
musulmán, que hace que se odie a los americanos por sus libertades políticas,
sexuales, pero sobre todo, lo que más odian es la libertad religiosa, que trae
como consecuencia la igualdad y derechos
de las mujeres y la separación Iglesia-Estado, cosas estas que no están en el
Corán.
En fin, como puede verse,
este odio a todo lo que huela a “yankee” es absolutamente irracional y cerril.
Esto lo veremos en un próximo capítulo.
Continuará.
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