Hemos escrito varias veces sobre este tema. Y volvemos. Y lo hacemos
para denunciar este desastroso sistema educativo que el actual gobierno no
quiere modificar. Claro que si lo hiciese, sería el octavo sistema en poco
menos de cuarenta años. Es decir, un
cambio cada cinco años ¡Increíble!
Aunque de esto no se hable, la
Iglesia Católica se ha preocupado por las políticas que se están aplicando en
el sistema educativo español desde hace varios años. Y se preocupa porque están
en juego cosas tan importantes como la libertad, la justica, la igualdad entre
las personas y otras muchas cosas.
Como es sabido, toda persona
tiene derecho a la educación y a la enseñanza, y para que esto se lleve a cabo
de una manera real, el sistema educativo tendrá que estar al servicio de las
personas y no al servicio de ideologías, de grupos políticos de presión, etc.
Es decir, la educación y la enseñanza quedarían fuera de cualquier proyecto
político. Sólo tendrían que dedicarse a la formación integral de la persona,
haciéndole ver las responsabilidades de todo tipo que adquiere al integrarse en
la sociedad.
La educación en estos momentos en España, es de auténtico desastre,
como ya hemos dicho antes. No hay nada más que verlos informes PISA. La culpa
la tienen los partidos políticos: les preocupa más defender sus postulados, la
mayoría de las veces situados en polos opuestos, que implantar una auténtica
enseñanza.
Dichos partidos hablan mucho y
constantemente de igualdad y de libertad pero, claro, como estos dos conceptos
se ven desde diferentes ópticas, el conflicto y la disputa sociopolítica están
servidos.
A las formaciones políticas les falta modestia y les sobra soberbia y
presunción. En el tema que nos ocupa, que es de una gran complejidad, no se puede andar con simplificaciones por
mor de la ideología, siendo dichas simplificaciones una de las causas del
actual desastre.
No cabe duda de que el Estado
tiene una gran responsabilidad en el tema de la educación y de la enseñanza. Entre sus deberes, debe velar por el efectivo derecho de las personas
a la educación, impedir desigualdades o discriminaciones, además de otras
cosas. Esto está claro. Pero ello no se le debe dar al Estado patente de corso
para erigirse en el “Estado docente”, porque invadiría los derechos de la
familia.
Es obvio que el derecho a la
educación es de los alumnos ¿Qué sucede en los primeros años de vida de una
persona? Pues sencillamente que este derecho pasa a sus padres, a la familia. Y
de aquí viene el derecho de los padres para elegir el tipo de educación que
esté de acuerdo con sus principios y convicciones. Pero claro, oiga, ya se
encargarán los fámulos y trompetistas de lo políticamente correcto de plantear
y exponer el falso y manido dilema entre estatal y privado. Así nos luce el
pelo.
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