El título completo del libro
es “La tumba de Lenin. Los últimos días
del imperio soviético”, de David Reminick, Editorial Debate 2011, 863
páginas, incluido Índice Alfabético. La
presente edición en castellano para todo el mundo: Random House Mondadori,S.A. Este
es otro de los libros que se han escrito después del derrumbe de la URSS y que no se ve por las librerías.
En el Capítulo X, intitulado “Mascarada”, se lee en la página 234:
“Stalin fue un tirano no televisado, una especie de
dios oriental, mágico, invisible y rara vez oído. La tecnología de las
comunicaciones de la época le permitía un fácil manejo de su culto. En gran
medida, el culto a Stalin fue un fenómeno impreso: historias, periódicos,
textos de enseñanza y carteles. Eran muy fáciles de manipular. Sus fotografías
en ‘Pravda’ eran recortadas. Sus marcas de viruela se desvanecían. . Se lo veía
más alto. Podía disimular su brazo lisiado”.
Dentro del mismo capítulo, en
la página 249, y refiriéndose también a Stalin, se lee:
“Gorvachov era un joven soviético ejemplar, con ideas
y ambiciones convencionales. Era el jefe de la agrupación del Komsomol del
colegio y llegó a ser candidato a miembro del Partido Comunista cuando sólo
tenía dieciocho años. No era rebelde. ‘Se nos decía que Stalin era la
perfección misma y lo creíamos – dijo Serikov – Ese era nuestro nivel de
análisis, y Mijail Sergeyevich Gorbachov no constituía una excepción. Jamás
pusimos en duda lo que nos enseñaban’ ”.
En el mismo capítulo, y en la
página 255 y siguiente, se lee también:
“Zdenek Mlynar, comunista checo y otro de los amigos
de Gorbachov en la universidad, llegó al mismo tiempo a Moscú desde Praga bajo
un programa de intercambio. Recordaba un Moscú de ‘pobreza y atraso . . . un
enorme pueblo con casitas de madera’, donde la gente tenía apenas lo suficiente
para comer, donde ‘las familias, en su mayoría, vivían en una sola habitación,
y en lugar de inodoro había una abertura que daba directamente a la cañería del
desagüe’. En sus memorias sobre la Primavera de Praga, Mlynar escribió que en
aquella época, en Moscú, ‘lo que uno no apretaba bien fuerte con la mano, le
era robado en medio de la multitud; los borrachos yacían inconscientes en las
calles o bien podían estar muertos, sin que los transeúntes se percataran de
ello o les importara’ ”
También es muy interesante el
Capítulo 17, página 394, intitulado “Pan
y Circo”, en donde se habla del curandero Alan Chumak que, parándose en
“lo
alto de las escaleras e invitó a la gente a acercarse y dejarse tocar por su
aura. Hizo sólo una advertencia: no podía curar a ningún ex funcionario del
Partido Comunista. ‘Sus almas están demasiado endurecidas’, afirmó”.
Otro interesantísimo Capítulo es el 18, intitulado “El último Gulag”, en donde se lee,
entre otras cosas, “el despiadado retrato
que hacía Solzhenitsyn de Lenin,
mostrándolo como un revolucionario fanático, como el creador de un sistema
basado en el terror de Estado”. (Página 408).
Como siempre decimos, otro libro que deberían leer los
de la internacional de la mentira, del odio y del terror.
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