Creemos que fue Chesterton el
que escribió aquello de que los modernos estaban dispuestos a admitir las
virtudes, aunque hubiera que debilitarlas. Admitirían la piedad, pero ¡ojo!,
hay que degradarla a humanitarismo. También admitirían la fe porque, claro, hay
que tener mucha para admitir y aceptar sus presupuestos y filosofías.
En la época de Chesterton,
que vivió a caballo entre los siglos XIX y XX (1.874-1.936), aún no se había
“inventado” el vocablo solidaridad,
como sucedáneo laico de la caridad cristiana. Por mucho que se empeñen algunos
socialistas y algunos “curas progresistas” (decía uno “¿Qué quieren que me equivoque yo? ¡Que se equivoque él!”. Ese “él”
era el Papa), pues eso, por mucho que se empeñen nunca habrá equivalencia y
semejanza entre solidaridad y
caridad. Puedo solidarizarme con un amigo al que a su esposa la han echado del
trabajo, aunque él siga trabajando con un buen sueldo. Pero habrá que pensar
que ese puesto puede ser cubierto por una madre viuda y con tres hijos, por
ejemplo. Aquí entra la caridad. Por tanto, la solidaridad está demás.
Hay que observar y decir
claramente, que el laicismo que nos quieren imponer no es el laicismo tal
(laicos somos todos los que no pertenecemos a ninguna orden religiosa o,
simplemente, no somos sacerdotes), sino el laicismo como sucedáneo de la
religión. Y en esta lucha constante contra el sentir religioso de los pueblos,
el laicismo siempre saldrá derrotado. No hay más que echar un vistazo a la
historia: 75 años de comunismo no fueron capaces de arrancar el sentido
religioso del pueblo ruso. Y no digamos ya el sentido católico de Polonia. Más
atrás, durante la revolución francesa, se cambiaron nombres, hasta los propios,
y también el de los días y semanas. Y hasta el Santoral. Pero después las cosas
volvieron a su sitio
La solidaridad como sucedáneo de la caridad tuvo su máxima expresión
cuando la viceministra “Fernández de la Vogue” se fue a África y se disfrazó de negra
(¿se acuerdan?) en un acto de solidaridad
con las mujeres de tal color, aunque nosotros pensamos que, por su forma de
vestir, es cuando realmente se disfraza. De todas formas, si verdaderamente se
quiere solidarizar con las negritas
africanas, ¿por qué no protesta por el trato que reciben las mujeres musulmanas,
disfrazándose con un burka?
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