Tanto con la cara como con
las manos, se pueden hacer muchas señales, ademanes y gestos. Así, con la cara
se puede expresar asombro, tristeza, aburrimiento, asco, admiración, etc.
También hay otro tipo de expresiones convencionales, como son las que usan los
jugadores de mus. También con las cejas se puede decir o transmitir algo. Que
se lo pregunten a los “artiscejos” del Bobo Solemne.
Con las manos, sin embargo, se puede expresar
muchísimo más. Ahí está la admirable gesticulación que hacen las personas
sordomudas para entenderse; los dedos en uve para indicar victoria, el dedo
pulgar hacia arriba o hacia abajo, indicando acuerdo o desacuerdo, etc, etc. Pero
hay determinadas señas con las manos que, según quién las haga, se proclama a
los cuatro vientos, o se silencian.
Pero hay otro gesto, el puño
en alto que, visto en determinadas personas, indica una incoherencia
monumental, ya que muchas de estas citadas personas son archimillonarias, con
suntuosas mansiones y coches, etc., y otras cobran suculentas sumas por ir a
dormir al Congreso, a la par que hay otras, millonarias rapaces ellas, que
cobran también sumas desorbitadas por levantar puño y ceja. De famélica legión,
nada.
No sabemos si se acordarán
que, no hace mucho tiempo, se abrió una pequeña polémica sobre el puño en alto.
Así, Esperanza Aguirre, antigua militante de izquierdas, dijo que “el puño en alto es un gesto amenazante de
ideologías totalitarias”. Hubo diversas contestaciones a esta afirmación de
Aguirre: desde la ridícula del acomplejado Rajoy “mientras no me lo estampen en la cara. . . me da igual”, pasando
por la no menos ridícula de Rub-al-Kaaba “no
es lo mismo que el saludo fascista”. Hubo otras contestaciones que no contienen
más que mentiras.
Para saber de verdad lo que
significa el puño en alto, echemos un vistazo al periódico socialista Renovación, que el 28 de julio de 1.934,
dirigido por el criminal Carrillo, decía lo siguiente:
“¡Arriba el puño, jóvenes camaradas! El Estado burgués
se aterra de su energía y quiere prohibir que nuestros brazos en alto tracen
una línea rebelde sobre España ¡Arriba el puño! En nuestras manos cerradas, que
se alzan a compás, va el anatema contra el capitalismo, contra el Gobierno,
contra la República
burguesa. Van nuestros afanes revolucionarios. Nuestras ansias de luchas.
Nuestro ardor de combate. El puño es símbolo de fuerza creciente, y sus
músculos respaldan la energía con que cogerá el proletariado revolucionario las
culatas de los fusiles para acabar con toda esta podredumbre que ahoga a
España. Nuestro puño es nuestra fortaleza. Vean cómo penden de él todos los
fantoches que aliente el Estado burgués: clérigos, terratenientes, fascistas,
monárquicos. A una se conciertan para abatirlo. Les duele en los ojos, en la
carne y en el alma. Y mandan a su lacayo que acabe con esta visión. Salazar
Alonso, perro sucio de la burguesía, manda y ordena a sus secuaces que nos
impidan alzar el puño, anatematizar a la sociedad burguesa con el brazo tenso.
No importa. Jóvenes socialistas, el puño en alto: ¡Frente a la burguesía!
¡Frente al Gobierno! ¡Por la revolución!”.
Ese mismo periódico, el 17 de
febrero de 1934 publicaba “El decálogo
del joven socialista”. Vamos a transcribir lo que aparece en los apartados
3, 7 y 8:
3. Hay que saludar con el brazo -vertical- y el
puño cerrado, que es signo de hombría y virilidad.
7º.- Ha de
acostumbrarse a pensar que en los momentos revolucionarios la democracia interna en la organización es
un estorbo. El jefe superior debe ser ciegamente obedecido, como asimismo el jefe de cada
grupo.
8º.- La
única idea que hoy debe tener grabada el joven socialista en su cerebro es que
el Socialismo solamente puede imponerse por la violencia, y que aquel compañero que propugne lo
contrario, que tenga todavía sueños democráticos, sea alto, sea bajo, no pasa de ser un traidor, consciente o
inconscientemente.
¿Qué hubiese
sucedido si estos apartados del citado decálogo hubiesen sido firmados por
Calvo Sotelo, José Antonio, Ortega y Gasset, Marañón, Gil-Robles, etc, etc?
Seguro que ustedes se lo imaginan.
¿No tienen nada que decir las feministas y “feministos” sobre lo de “hombría y virilidad”?
Nota.- Lo destacado en rojo es nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario