El título completo del libro es “El furor y el delirio. Itinerario de un hijo de la Revolución cubana”,
de Jorge Masetti, Tusquets Editores, S.A., primera edición marzo de 1.999, 298
páginas, incluido Índice Onomástico.
Como decíamos en nuestro anterior artículo, vamos a
transcribir lo que nos dice Jorge Masetti en las páginas 287 y 288 sobre otro
líder de la revolución, el comandante Piñeiro. Dice así:
“El
comandante Manuel Piñeiro Losada, Barba Roja, llamado también el Gallego,
perteneció también al grupo de los comandantes históricos. Fue dirigente del
Movimiento 26 de julio en su provincia (Matanzas), que, detectado por la
policía, sube a la Sierra Maestra. Integró la columna Nº.1 dirigida por Fidel
Castro, luego la de Raúl Castro, al fundar éste el II Frente Oriental Frank
País; allí se le confía la dirección de Personal e Inspección territorial,
la del Servicio de Inteligencia y la
Policía Rebelde. Bajó de la Sierra con el grado de comandante. Tras la toma del
poder en 1.959, participó en la creación del Ministerio del Interior (Minint),
donde se le designó responsable máximo del Viceministerio técnico y de la
Dirección General de Liberación Nacional. Desde 1975 dirigió el Departamento de
América del Comité Central del PCC.
En
1968, como responsable de la DGI (Dirección General de Investigación), jugó un
papel de primer orden al hacer abortar el complot anticastrista llamado de la
Microfracción, en el que estaban involucrados militantes del antiguo Partido
Comunista Cubano (PSP), auspiciado por la embajada soviética en La Habana.
Según rumores, a raíz de este hecho Piñeiro fue destituido de la DGI por
presiones del KGB”.
Nos dice Masetti que este hombre “falleció en un accidente de tránsito en la madrugada del 12 de marzo
de 1998, tras asistir a una recepción en la embajada de México. Según la
versión oficial, sufrió un infarto mientras conducía su propio coche (por lo
general siempre iba acompañado de su chófer personal)”.
Y terminamos con unas sinceras y terribles palabras de
Jorge Masetti que aparecen en la página 275:
“Hoy puedo afirmar que por suerte no
obtuvimos la victoria, porque de haber sido así, teniendo en cuenta nuestra
formación y el grado de dependencia con Cuba, hubiéramos ahogado el continente
en una barbarie generalizada. Una de nuestras consignas era hacer de la
cordillera de los Andes la Sierra Maestra de América Latina, donde, primero,
hubiéramos fusilado a los militares, después s los opositores, y luego a los
compañeros que se opusieran a nuestro autoritarismo; y soy consciente de que yo
hubiera actuado de esa forma.
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