lunes, 22 de abril de 2024

“La verdadera historia del PSOE. De Pablo Iglesias a Zapatero” ( y I I )


 

Como decíamos en nuestro anterior artículo, el comentario de este libro se lo dedicamos a Rubalcaba.

En la página 84 y siguientes del citado libro, y dentro del apartado “Los papeles ocultos del 34”, se lee:

 “Incapaces de asumir el triunfo de la derecha en las elecciones de finales de 1933, y en consonancia con sus retomadas actitudes revolucionarias,  los socialistas se entregaron a actividades que la historiografía mayoritaria a tratado de contextualizar sistemáticamente, cuando no de obviar. Las instrucciones que el PSOE difundía para preparar la revolución son tan elocuentes que no necesitan comentarios. Nos limitaremos a recoger una muestra significativa. Hay que tener en cuenta que circulaban con contraseña a fin de que se autentificaran en los comités que las recibían. Ahí van.

 Conviene tener dentro de las organizaciones enemigas personas de confianza que nos faciliten información fiel de sus planes y medios.

Cada pueblo debe hacerse de que tiene que ser un firme sostén de la insurrección, sin ocuparse de lo que ocurra en otros lugares. La debilidad ajena no justifica la propia.

 El triunfo del movimiento descansará en la extensión que alcance y en la violencia con que se produzca, más el tesón con que se defienda.

Los grupos de acción han de convertirse en guerrillas dispuestas a desarrollar la máxima potencia. En esta acción nos lo jugamos todo y debemos hallarnos dispuestos a vencer o morir.

 Una vez empezada la insurrección no es posible retroceder.

Informarse de las entidades que se hallan decididamente dispuestas a secundar un movimiento revolucionario, y contando con su curso, adoptar todas las previsiones para que una vez declarado pueda mantenerse indefinidamente; sobre todo en lo que concierne a los servicios más importantes e indispensables.

 Con los individuos más decididos y de mayor confianza dispuestos a ejecutar sin discusión  las órdenes que se den, se formarán grupos de diez, dos de los cuales serán designados como jefe y subjefe. Estos grupos deberán estar armados y sus jefes les instruirán en ejercicios de tiro y táctica militar.

Cualesquiera que sean las circunstancias de una población por débil que sea la fuerza organizada, el movimiento debe ser lo más extenso posible. Los grupos técnicos con los de acción cuidarán de lograr por todos los medios la paralización de industrias y servicios y dominar la calle.

 Precisa conocer la fuerza pública que exista en cada localidad. Militares, Guardia Civil ,Asalto, Seguridad, etc. Armamento de que disponen. Condiciones defensivas de sus cuarteles, medios de apoderarse de ellas, inutilizarlas o, por lo menos, inmovilizarlas.

 Conocer los depósitos de gasolina, dinamita y armas y planear el medio de apoderarse de ellos en el momento preciso.

 En principio, se llamará la atención de la fuerza pública donde allí convenga, con incendios, petardos u otros medios para que se vea obligada a acudir donde se produzcan. Estos momentos se aprovecharán para cotar las líneas de comunicación, o inutilizar aparatos, etc, y asaltar centros oficiales y políticos. En éstos, incautarse de ficheros y archivos.

Haciendo una buena distribución de fuerzas por toda la población, deberá hacerse una guerra de guerrilas. Nunca deben presentarse grandes masas frente a la fuerza pública, procurando así que toda sea distribuida y hostilizándola sin cesar hasta rendirla por agotamiento. Atacar siempre que sea posible desde lugares seguros.

 Las casas cuarteles de la Guardia Civil deberán incendiarse si previamente no se entregan. Son depósitos que conviene suprimir.

Nadie espera triunfar en un día en un movimiento que tiene todos los caracteres de una guerra civil. En este movimiento, el tiempo es el mejor auxiliar.

 Para dificultar los movimientos de la fuerza, pueden cerrarse bocacalles con alambre de espino y otros medios y, al mismo tiempo, regar todo el ancho de la calle con gasolina dándole fuego y desde puntos o casas inmediatas atacar a la fuerza, cuando trate de quitar los obstáculos.

Levantar barricadas entre las cuales se oculten aparatos explosivos conectados con la corriente eléctrica o sustituida ésta por pilas, y cuando la fuerza llega a la barricada hacerlos explotar formando un cortocircuito desde una casa o lugar próximo y aprovechar la sorpresa para atacar a la fuerza que quede y coger sus armas.

 Lanzar botellas de líquidos inflamables a los centros o domicilios de gentes enemigas.

 Volar puentes. Cortar carreteras. Líneas de ferrocarril.

 Donde sea posible, utilizar uniformes del ejército, incluso de oficiales, para dar la impresión de insubordinación militar”.

 Como pueden ver, terror y horror por los cuatro costados. Recomendamos leer este magnífico libro. Pero, claro, oiga, este es el “vínculo luminoso” de Su Sanchidad.



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