Como decíamos en nuestro
anterior artículo, el comentario de este libro se lo dedicamos a Rubalcaba.
En la página 84 y siguientes
del citado libro, y dentro del apartado
“Los papeles ocultos del 34”,
se lee:
“Incapaces de asumir el triunfo de la derecha en las
elecciones de finales de 1933, y en consonancia con sus retomadas actitudes
revolucionarias, los socialistas se
entregaron a actividades que la historiografía mayoritaria a tratado de
contextualizar sistemáticamente, cuando no de obviar. Las instrucciones que el
PSOE difundía para preparar la revolución son tan elocuentes que no necesitan
comentarios. Nos limitaremos a recoger una muestra significativa. Hay que tener
en cuenta que circulaban con contraseña a fin de que se autentificaran en los
comités que las recibían. Ahí van.
Conviene tener dentro de las organizaciones enemigas
personas de confianza que nos faciliten información fiel de sus planes y
medios.
Cada pueblo debe hacerse de que tiene que ser un firme
sostén de la insurrección, sin ocuparse de lo que ocurra en otros lugares. La
debilidad ajena no justifica la propia.
El triunfo del movimiento descansará en la extensión
que alcance y en la violencia con
que se produzca, más el tesón con que se defienda.
Los grupos de acción han de convertirse en guerrillas dispuestas a desarrollar la
máxima potencia. En esta acción nos lo jugamos todo y debemos hallarnos
dispuestos a vencer o morir.
Una vez empezada la insurrección no es posible
retroceder.
Informarse de las entidades que se hallan
decididamente dispuestas a secundar un movimiento
revolucionario, y contando con su curso, adoptar todas las previsiones para
que una vez declarado pueda mantenerse indefinidamente; sobre todo en lo que
concierne a los servicios más importantes e indispensables.
Con los individuos más decididos y de mayor confianza
dispuestos a ejecutar sin discusión las órdenes que se den, se formarán grupos de
diez, dos de los cuales serán designados como jefe y subjefe. Estos grupos
deberán estar armados y sus jefes
les instruirán en ejercicios de tiro y táctica militar.
Cualesquiera que sean las circunstancias de una
población por débil que sea la fuerza organizada, el movimiento debe ser lo más
extenso posible. Los grupos técnicos con los de acción cuidarán de lograr por todos los medios la paralización de
industrias y servicios y dominar la calle.
Precisa conocer la fuerza pública que exista en cada
localidad. Militares, Guardia Civil ,Asalto, Seguridad, etc. Armamento de que
disponen. Condiciones defensivas de sus cuarteles, medios de apoderarse de ellas, inutilizarlas o, por
lo menos, inmovilizarlas.
Conocer los depósitos de gasolina, dinamita y armas y planear el medio de apoderarse de
ellos en el momento preciso.
En principio, se llamará la atención de la fuerza
pública donde allí convenga, con incendios,
petardos u otros medios para que se
vea obligada a acudir donde se produzcan. Estos momentos se aprovecharán para
cotar las líneas de comunicación, o inutilizar aparatos, etc, y asaltar centros oficiales y políticos.
En éstos, incautarse de ficheros y archivos.
Haciendo una buena distribución de fuerzas por toda la
población, deberá hacerse una guerra de
guerrilas. Nunca deben presentarse grandes masas frente a la fuerza
pública, procurando así que toda sea distribuida y hostilizándola sin cesar
hasta rendirla por agotamiento. Atacar siempre que sea posible desde lugares
seguros.
Las casas cuarteles de la Guardia Civil deberán incendiarse si previamente no
se entregan. Son depósitos que conviene suprimir.
Nadie espera triunfar en un día en un movimiento que
tiene todos los caracteres de una guerra
civil. En este movimiento, el tiempo es el mejor auxiliar.
Para dificultar los movimientos de la fuerza, pueden
cerrarse bocacalles con alambre de espino y otros medios y, al mismo tiempo,
regar todo el ancho de la calle con gasolina
dándole fuego y desde puntos o casas inmediatas atacar a la fuerza, cuando
trate de quitar los obstáculos.
Levantar barricadas entre las cuales se oculten aparatos explosivos conectados con la
corriente eléctrica o sustituida ésta por pilas, y cuando la fuerza llega a la
barricada hacerlos explotar formando
un cortocircuito desde una casa o lugar próximo y aprovechar la sorpresa para
atacar a la fuerza que quede y coger sus armas.
Lanzar botellas de líquidos inflamables
a los centros o domicilios de gentes enemigas.
Volar puentes. Cortar carreteras. Líneas de
ferrocarril.
Donde sea posible, utilizar uniformes del ejército,
incluso de oficiales, para dar la
impresión de insubordinación militar”.
Como pueden ver, terror y
horror por los cuatro costados. Recomendamos leer este magnífico libro. Pero,
claro, oiga, este es el “vínculo luminoso” de Su Sanchidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario