miércoles, 24 de abril de 2024

Lenin ( y I I )


 

Como fácilmente se puede demostrar con palabras y hechos (en la Guerra Civil  Española y en la Revolución de Asturias de 1934, por ejemplo), el marxismo-leninismo tiene una especial animadversión por la religión, en especial la cristiana. Sin embargo, curiosamente, en muchos aspectos se comporta como tal. Tiene un redentor: Carlos Marx. Tiene apóstoles y evangelistas: Lenin, Stalin, Mao, Pol Pot, A. Kollontai, Carlos Marighella, Antonio Gramsci, Rosa Luxemburgo, etc. También tiene gente que, como Saulo, se han arrepentido: tal sería el caso del exmarxista francés André Frossard, Carlos Semprún Maura, Regina García García y un larguísimo etc.

Tiene ¡cómo no! el Bien, que es el comunismo; el Mal, todo lo que se oponga a él; el Dogma, los postulados de Marx y Lenin; la Liturgia, las falsas elecciones en las que ya se sabe de antemano qué partido va a ganarlas; y la Curia, el parlamento “nomenklaturizado”. Además el marxismo-leninismo tiene una cosa muy chocante: el unanimismo. Decía el periodista americano Walter Lippmann que cuando todos piensan igual es que ninguno piensa mucho. También decía un filósofo, no recordamos cuál, que un individuo puede equivocarse, la muchedumbre siempre.

 En fin, el comunismo ya sabemos cómo terminó. Decía Jean-François Revel: “Es un deshonor para Occidente que el Muro fuera a fin de cuentas derribado por las poblaciones sojuzgadas por el comunismo en 1.989 y no por las democracias en 1.961, como hubiera sido tan fácil que ocurriera”. (“La gran mascarada”, página 31, libro comentado en este blog con fechas 1, 4 y 6 de febrero de 2.017).

 A pesar de que sus carencias fueron magnificadas por el dogmatismo ideológico, el comunismo ha sucumbido ante un vendaval que ha puesto en evidencia, con todo dramatismo, que su modelo económico y su dirigismo colectivista son inviables. 

 Volviendo al principio sobre el “personaje más importante del siglo XX”, ¿puede ser importante una persona que es defensora y representante de una ideología como la marxista, que es dogmática, intransigente, inservible, obsoleta, supersticiosa, generadora de miseria, con una visión entre nebulosa, turbia y polvorienta de la historia, de la sociedad, la política, la economía, negadora de todo tipo de libertades, etc; que ha empleado la dialéctica de la mentira y la técnica del golpe de estado desde San Petersburgo, en octubre de 1.917, hasta Camboya, pasando por China, Europa del Este, Cuba, etc; que ha perseguido, asediado, amenazado, intimidado, provocado, criminalizado y exterminado a las personas, a las fuerzas sociales y políticas que no se sometieron a sus presupuestos ideológicos, es decir, lo que dictaba el dogma, la fe y el partido; que ha desarrollado una labor subversiva llevada a cabo por autocalificados intelectuales que se han propuesto, durante el siglo XX, “emancipar” a la Humanidad, conforme a su particular criterio revolucionario, de toda tradición y religión, especialmente la cristiana; que, aprovechándose de la libertad que existe, por ejemplo en España, procura censurar y acallar todo disidente de “lo políticamente correcto” o lo “intensamente contemporáneo”; que, bajo la bandera de la democracia, le gustaría imponer la dictadura más terrible que jamás haya existido; que, en las naciones antes mencionadas, ha tenido la oportunidad de hacer algo positivo. Pero no: se ha limitado a organizar su “defensa”, es decir, instaurar la represión, la censura, los gulags, etc, como si con tal política  se desarrollasen “las fuerzas productivas”, “las fuerzas creativas”, el “hombre nuevo”, “la nueva civilización que olvide y entierre la creencia antigua” y “el porvenir radiante de la Humanidad”; que intentó cambiar la Biblia y Roma por El Capital y Moscú;  que bajo el supuesto rigor científico de su esquema económico y su pretensión de necesidad histórica, ha engañado a millones de seres con esperanza de una mejor vida; que en vez de narrar los acontecimientos históricos tal como sucedieron, ha creado un tráfico de mentiras, crímenes y ocultamientos; que en el experimento social que se proponía, lo único que hizo fue levantar una estructura de enorme peso, pero con bases insuficientes y viciosas, ocultas detrás de muros de silencio y falsificación, y que, por fin, “la causa” que impulsó y que costó la vida a millones de seres humanos, ha sufrido una derrota histórica de la mayor envergadura, derrumbándose porque no tuvo en cuenta que el hombre tiene derechos naturales y anteriores al Estado y que la persona es un fin en sí misma y no un instrumento más en la maquinaria del mismo, lo que llevó a la supresión de los cuatro pilares sobre los que se sostiene una sociedad normalmente constituida: la persona, la familia, la propiedad y la religión?

 Volviendo a lo que decía el infumable pedante marxista, reseñado en la anterior entrega, cuando afirmaba que Lenin había sido el personaje más importante del siglo XX, a lo mejor  dicho pedante quería decir  que Lenin fue el personaje más importante del siglo XX en cuanto a terror, odio, mentira y crimen. Si así fuese, estaríamos totalmente de acuerdo con él.

 Como decíamos también en la primera entrega, próximamente comentaremos los libros “El verdadero Lenin. El padre legítimo del Gulag, según los archivos secretos soviéticos”, autor Dimitri Volkogónov, Editorial  Anaya ᶑ Mario Muchnik,  1996, 451 páginas incluido Indice, con prólogo de Manuel Vázquez Montalbán; “El terror bajo Lenin”, autor Jacques Baynac, Tusquets Editor, Barcelona 1977, 339 páginas, con bibliografía incluida; “Conspirador: Lenin en el exilio”, autora Helen Rappaport, editado por Basic Books, A member of the Perseus Books Group, New York, 2.010, 384 páginas incluido el Index, y “La tumba de Lenin. Los últimos días del imperio soviético”, de David Reminick, Editorial Debate 2011, 863 páginas, incluido  Índice Alfabético. La presente edición en castellano para todo el mundo: Random House Mondadori ,S.A.



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