Ese “orden
nuevo”, tan llevado, traído y manido, ya no es aquel de establecer el “reino
del hombre sobre la tierra”, sino el de instaurar la dictadura, ya sea la del
proletariado o la teocrática.
Para esto, hay un “programa mínimo” y un “programa máximo” a cargo de los de la internacional de la mentira, del odio y del terror. Con el primero se persigue el ocio del pueblo soberano, y una vez anestesiado por el voraz consumismo, el alcohol, las drogas, el escándalo de los “famosos” con su libertinaje sexual, etc, viene luego el segundo, es decir, “el programa máximo”, que se basará en la aniquilación de la persona, en aras del Estado omnipotente. (Recordemos aquí lo que decía el comunista español José Díaz: “Nosotros luchamos y lucharemos siempre por nuestro programa máximo, por el establecimiento de la dictadura del proletariado”).
Para este
programa máximo, se buscan aliados por todas partes, como pueden ser “la
alianza de civilizaciones”, con los nacionalismos separatistas y burgueses
(¡quién lo diría!) y con la teocracia islámica.
A pesar de que
aparentemente estas alianzas pueden calificarse “contra natura”, sin embargo
tienen un fondo común: su totalitarismo y su odio al sistema liberal y a
Estados Unidos por ser el heraldo de la democracia y las libertades. Esto es
innegable.
Esto no es
nada nuevo. Recordemos que el PSOE, partido absolutamente marxistizado en los
años treinta, se alió en 1.934 con los separatistas. Y esta alianza continúa.
Por otra
parte, la “libertad” de ese “orden nuevo”, no es más que una implacable
dictadura del estado que convierte a los ciudadanos en simples números y en
“acusmáticos” ( I ) pitagóricos servidores del mismo,
llevándolos a un auténtico animalismo, a pesar de que dicen que se “goza” de
libertad. Pero, ¿qué clase de libertad? ¿Será la que proponen y anuncian los mentados
de la internacional de la mentira, del odio y del terror?
Esta
“libertad” de la que tanto nos hablan no es otra cosa que cada uno haga lo que
le dé la gana aunque, claro, hay restricciones como las de fumar en público,
ponerse el cinturón de seguridad o el “prohibido la venta a menores”.
También los
hay que, por mor a esa libertad, esconden sus emolumentos, posesiones,
patrimonios, etc, y no pagan a Hacienda. Esto sí que es libertad: nadie les
obliga a pagar al fisco, oiga.
También sirve
esa libertad para que la mujer pueda abortar cuando quiera, o para que los
islámicos impongan el velo a sus mujeres, en países cristianos incluidos,
mientras que al cristiano no se le permite ni siquiera llevar un crucifijo para
no “herir la sensibilidad” de los mahometanos Para eso estamos en un país “democrático”,
oiga.
( I ).- Esta palabra no figura en el Diccionario de los
“inmortales” de la RAE, a pesar de su gran significado que quiere decir que se
oye sin ver. Esta palabra ya era usada casi 600 años a. de C. por el gran
filósofo y matemático Pitágoras, cuyos primeros discípulos, durante un tiempo
de prueba de cinco años, no podía ver al maestro: solamente podían escucharle
detrás de un cortinaje.
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