El título completo del libro es
“La obsesión antiamericana. Dinámica,
causas e incongruencias”, escrito por Jean-François Revel, Ediciones Urano,
S.A. 2003, 247 páginas.
Decíamos en la primera
entrega que de la lectura de este magnífico libro, como todos los de Revel, se
pueden hacer un montón de consideraciones que expondríamos en varias entregas.
Pues ahí van.
Aunque la rendición de
Alemania en la II Guerra
Mundial se produjo por etapas, hubo un hecho crucial como fue la unión de las
tropas soviéticas y americanas el 25 de abril de 1.945 (Día del Elba), que
partieron a Alemania en dos. El fin estaba próximo: el 7 de mayo terminaba la
guerra.
A pesar de que los EE.UU.
intervinieron dos veces en Europa para librarnos de tiranías, el viejo fantasma
antiamericano sigue vivo y espoleado por ya sabemos quiénes. Se siguen haciendo
a EE.UU. los consabidos reproches tan caducos, arcaicos y manidos que no
sabemos cómo la gente no piensa un poco. Pero, claro, hablar de pensar en esta
España de “famosos”, “famosas” y “famoses” de la telebasura y del fútbol, es
como pedir peras no ya al olmo, sino a la misma secuoya.
Estos que tachan a los EE.UU.
de asesinos, imperialistas, criminales de guerra, etc, etc, se escandalizan por
las penas de muerte que los tribunales americanos dictan contra criminales,
asesinos, terroristas, violadores, etc y, sin embargo, callan como zorras cuando
tales ejecuciones en Cuba, China Corea del Sur o en la ex URSS se producen, no
contra criminales, violadores, etc, sino contra disidentes políticos.
Se les acusó de bombardear
Europa, nuestro continente, no el suyo ¿En qué quedamos? ¿No había que liberar
a Europa de la garra nazy? Y después, ¿qué hubiese sucedido si Europa se hubiese
quedado a solas con Stalin? Es fácil suponerlo ¿Creen estos antiamericanos de
siempre, y de ahora, que al nazysmo habría que combatirlo “a la española”, es
decir, lacitos azules, cirios encendidos, nucas prestas al gatillo, manos
blancas, entonando aquello de “libertad sin ira, ira sin libertad, y si no la
hay mañana la habrá”?
Lo curioso del caso es que
toda esta gente antiamericana se les llena la boca con las palabras democracia
y libertad y no se dan cuenta de que si esto existe es precisamente gracias a
los americanos y que, precisamente, esas manifestaciones para mostrarse
antiamericanos, es gracias a los americanos. Y esto no es ningún galimatías.
Otro aspecto que hay que
tener en cuenta es que los americanos regresaron a su hogar una vez terminada
la guerra, cosa que no hizo la “democrática” Unión Soviética que atenazó y
esclavizó a medio continente. Contra esto, claro, no se protesta.
Ese antiamericanismo, que es
más bien odio, en estos tiempos se ha globalizado e intensificado. Y decimos
globalizado porque ahora ya no son antiamericanos los de izquierdas, o los del
Al-Qaeda, o los nacionalistas de todo tipo y jaez, sino que también sus aliados
de la vieja Europa, como Alemania y Francia, que siguen viendo a los EE.UU.
como el “Gran Satán” causante de todos los males habidos y por haber.
Curiosamente, también ese
odio se ve en todos los movimientos pacifistas, incluso dentro de EE.UU. Estos
pacifistas de pancarta piden que sean juzgados por crímenes contra la Humanidad gobernantes
que nada han tenido que ver con el asunto. Recordemos que contra Saddam,
criminal donde los haya habido, no se pidió tal juicio. Conocemos alguno que
incluso se fue a Irak como “escudo humano” y vino contando que por tal motivo
había contraído una enfermedad, cosa que fue mentira.
Este odio a todo lo
americano, como ya se sabe, viene de la irracional teoría marxista de la
explotación: si un país es rico es porque ha arruinado al otro, es decir, si
los pueblos son pobres es porque los americanos los han explotado. De aquí se
deduce que los créditos que se conceden a países subdesarrollados es una
“devolución de lo robado”. Mayor brutalidad no se puede decir.
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario