La propaganda de lo políticamente correcto, sólo
habla del exilio de los “republicanos” a Francia, Méjico, Unión Soviética, etc.
Pero del exilio de los VERDADEROS REPUBLICANOS, no se comenta nada.
Estos VERDADEROS REPUBLICANOS, tales como
Salvador de Madariaga, José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón Moya, Ramón Pérez
de Ayala, Ramón Menéndez Pidal, Juan Ramón Jiménez, “Azorín”, Wenceslao
Fernández Flórez, Enrique Jardiel Poncela y un largo etc, huyeron horrorizados
y asustados por los desmanes del Frente Popular, con sus encarcelamientos,
fusilamientos, robos, atracos, secuestros, “tribunales populares”, checas, etc,
etc, También hubo otro tipo de exilio que consistía en cambiarse constantemente
de domicilio y de nombre, o refugiarse en embajadas. Otros como José María
Carretero, gran novelista de aquellos
tiempos, tuvo que esconderse en un nicho del Cementerio del Este madrileño.
Otros, al no poder o no querer exiliarse, fueron vilmente asesinados por los
rojo-republicanos, como ocurrió con Manuel Bueno, Pedro Muñoz Seca, Ramiro de
Maeztu, etc, etc.
Vamos a transcribir unas palabras de Marañón que, junto con Pérez de Ayala
y Ortega y Gasset, fueron considerados como los padres espirituales de la
República. Dichas palabras aparecieron en 1937 en la revista francesa “Revue”:
"Tenemos tal fe en que la causa nacional es
la causa de España, que la mantendría con todas sus consecuencias[…] Que la
España roja que hoy todavía lucha, es, en su sentido político, total y
absolutamente comunista, no lo podrá dudar nadie que haya vivido allí sólo unas
horas [...] Aunque en el lado rojo no hubiera un sólo soldado ni un sólo fusil
moscovita, sería igual: la España roja es espiritualmente comunista roja. En el
lado nacional, aunque hubiera millones de italianos y alemanes, el espíritu de
la gente sería infinitamente español, más español que nunca. De esta absoluta y
terminante verdad depende la fuerza de uno de los dos bandos y la debilidad del
otro. Si el lema de “¡Arriba España!” lo hubieran
adoptado los del bando de enfrente, el tanto por ciento de sus probabilidades
de triunfar hubiera sido, por este simple hecho, infinitamente mayor".
¿Figurará esto en la “memoria democrática” de “Su
Sanchidad” y de Sor Yolanda?
Continuará.
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