lunes, 11 de septiembre de 2023

Esta impresentable España.


 

El aumento de la pobreza está llegando, por desgracia, a extremos insospechados. Millones y millones de personas no tienen agua, carecen de asistencia sanitaria y viven con menos de un euro diario. Generalmente, estas personas están gobernadas por tiranos y dictadores que, aplicando políticas estatistas, siguiendo la senda de los Marx, Lenin, Stalin, Fidel Castro, etc, impiden el normal desarrollo de la sociedad. Como ya es sabido, estas políticas sólo buscan rentas del Estado, sobre todo políticas.

En estos sitios no hay ni libre competencia ni libre comercio. Solamente existen críticas contra la globalización liberal y el capitalismo salvaje. Contra el marxismo salvaje que ocasionó hambrunas gigantescas y dejó a millones de personas en la más absoluta miseria, nadie dice nada.

Dichas políticas, bajo el eufemístico nombre de políticas sociales, lo único que consiguen es que tanto el poder económico y político quede concentrado en las manos del Estado, beneficiando a unos pocos privilegiados: la “nomenklatura”.  Estas élites no sufren ni sienten los padecimientos de sus pueblos: hambre, enfermedades, atropellos a su dignidad, violaciones de su libertad, etc. Toda esta política intervencionista lo único que genera es miseria y hace que imparables y gigantescas oleadas de personas se fuguen a Europa, Canadá y EE.UU. Los pobres del mundo, hartos de tanta mentira repetida hasta el hastío, nunca emigraron a Cuba, Corea del Norte, la antigua URSS, etc.


Curiosamente, en estos estados totalitarios (modelos referenciales para algunos microcerebros) los conceptos de paz, solidaridad, fraternidad, derechos humanos, igualdad, etc, son usados con una altoparlante propaganda, para después pisotearlos y violarlos el nombre del totalitarismo social. No nos engañemos: el estatismo, el intervencionismo o el socialismo marxista no pudo ni podrá generar bienestar. La realidad lo ha demostrado. Además, el determinismo económico marxista es “per se” un error.

Las conclusiones que se sacan de esto, son claras: en unos sitios se ponen trabas a los emprendedores y en otros no. No olvidemos que estos emprendedores son los motores del crecimiento económico.

En fin, no cabe duda de que se podría haber avanzado mucho más de no haber existido las políticas estatistas, centralistas y colectivistas, políticas que nos quiere imponer este desgobierno que tenemos actualmente en esta impresentable España.



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