Como decíamos en la anterior
entrega, en ésta seguiremos viendo la persecución a muerte contra la religión,
que es uno de los principales objetivos del comunismo.
Como ya saben, el partido “sin
Dios ni amo”, pretendió, y pretende poner a Lenin como un símbolo sagrado.
(Decía un pedante marxista infumable que este sádico y cruel sujeto había sido “el personaje más importante del siglo XX”. También dijo El Coleta en su día que “era un genio”). Sus imágenes, fotos, estampas, retratos, bustos, estatuas,
etc, aparecían por todos los sitios de la destartalada URSS. También esto
ocurría con Mao en China, y con Fidel Castro en la actual Cuba. Cuando la gente
pasaba por delante de las imágenes del mentado Lenin, le saludaban
respetuosamente. Además, sus escritos, llenos de odio y terror, eran
considerados como santos.
Como ya saben también, su cuerpo
momificado dentro de un ataúd, estuvo, y probablemente esté, rodeado de dos soldados
montando constantemente guardia. Bastante tiempo después de su muerte, cuando
había una asamblea del partido y alguien pronunciaba su nombre, la concurrencia
se ponía en pie, guardando unos minutos de silencio. Más fanatismo no se puede
pedir.
A pesar de todo tipo de hostilidades,
de amenazas, de ultrajes, suplicios, prisiones y el martirio que sufrieron
millones de personas por mor de la doctrina de este sanguinario sujeto, el
comunismo no consiguió eliminar ni destronar el cristianismo en la Rusia
actual. Ahí sigue la Iglesia Ortodoxa con centenares de templos repartidos por
todo el territorio.
El periódico del régimen
,“Izvestia”, publicaba en agosto de 1929, después de exhortar a los ateos
comunistas para que luchasen contra las religiones cristiana, ya fuera católica
u ortodoxa, contra la musulmana y contra la judía, lo siguiente:
“Más del 60% de los padres que habitan en Moscú, bautizan
a sus hijos. Los niños influenciados por la religión llegan al 90%. Tenemos
enfrente, a pesar de nuestro progreso, la acción ideológica religiosa, que es
uno de los principales obstáculos para la transformación socialista del país y
muchos ignoran que la religión y el socialismo son dos cosas incompatibles” ( I )
En la próxima entrega, y
siguientes, veremos algo sobre la producción, vocablo este que usan con mucha
demagogia y logomaquia los comunistas, producción que terminó arruinando el
sistema dejando cuando desapareció 145 millones de pobres.
Continuará.
( I ) .- “El imperio
soviético”, autor Dionisio R.
Napal, Editorial Stella Maris, Buenos Aires setiembre de 1932, página 119.
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