Como ya saben, uno de los pilares
del comunismo es la persecución a muerte contra la religión, aunque cínicamente
se visite al Papa. Pero es igual, oiga, seguimos con el grito de guerra de los
“podemitas” ¡”Arderéis como en el 36!”.
Sin comentarios.
Por aquel entonces, las
autoridades soviéticas proseguían su brutal persecución contra la religión,
valiéndose de todo tipo de ardides: desde inculcar al pueblo el odio contra la
religión, hasta prohibir toda exteriorización cultural en la que apareciese
algo sobre aquella. Así, el monstruoso Lenin decía:
“Querer separa la política y la propaganda contra la
religión es una tendencia incompatible con el marxismo” ( I )
Tal parecía que volvían los
tiempos de las grandes persecuciones romanas con aquello de “Christianos ese non licet”, o de
considerar y declarar a la religión
cristiana “strana
et illícita” , extraña e
ilícita; “exitialis”,
perniciosa; “prava et immódica”,
malvada y desenfrenada; “ tenebrosa et lucífuga”, tenebrosa y enemiga de la luz y “detestábilis”, detestable.
Uno de los más fanáticos y frenéticos perseguidores de la
religión, Kalinín, que fue un presidente
decorativo de la destartalada URSS, manifestaba en el periódico del
régimen “Izvestia” en junio de 1929:
“La lucha contra la religión es un medio
necesario y soberanamente eficaz para despejar el camino a los comunistas”. ( I I )
Un mes más tarde, se divulgó un
manifiesto dirigido no solamente a los obreros
de la Rusia de entonces, sino también a los del mundo, en el que se
decía que a la frase del judío Marx “trabajadores
de todos los países, uníos”, había que añadir “Ateos de todos los países, uníos”, añadiendo a continuación “Somos internacionalistas contra Dios como
contra el capital” ( I I I ).
Como no podía ser de otra manera,
este odio a la religión comenzaba fomentándose en las escuelas. Así, el soviet,
por medio de los maestros, exhortaba y estimulaba las delaciones de los niños
contra sus propios padres por si alguno hacía
prácticas religiosas.
Ni qué decir tiene que tanto los
templos como sus imágenes, cruces, campanas y demás signos de la religión
cristiana, fueron eliminados y suprimidos. Los sacerdotes y personas creyentes,
fueron deportadas a Siberia o al Cáucaso, muriendo al poco tiempo debido a las
terribles condiciones de vida.
Los “pretextos” para encarcelar o
eliminar a los cristianos, eran de todo tipo. Desde considerarles como espías y
contrarrevolucionarios, hasta obligarles a declarar que habían cometido
crímenes. Esto lo vimos durante la II República española.
( I ).- “El imperio
soviético”, autor Dionisio R.
Napal, Editorial Stella Maris, Buenos Aires setiembre de 1932, página 109,
libro comentado en este blog con fechas 3, 7 y 10 de setiembre de 2021, y 21 de
octubre y 2 de diciembre del mismo año.
( I I ).- ibídem, página 110.
( I I I ).- ibídem, página 111
En la próxima entrega continuaremos
con este tema.
Continuará.
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