Cuando las cosas van mal, se recurre al “pacto social” ¿Qué entienden los políticos por pacto social?
Si hacemos un poco de historia, ya Juan Jacobo Rousseau en el “Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres” y en su famoso “Contrato social”, ya comentaba algo sobre este pacto. Y lo hacía desde un punto de vista político-filosófico que, a nuestro juicio, dejaba mucho que desear.
Decía que únicamente se estaba obligado a obedecer a los “poderes legítimos”.
Pero, ¿qué es eso del “poder legítimo”? El “poder legítimo” lo tenían
Hitler, Stalin, Mao, Fidel Castro y El Corán en el mundo islámico. Y ya sabemos
lo que hubo y hay detrás de ese poder.
Como continuación de todo esto, también decía Rousseau que había tres clases o
tipos de libertades, a saber: la libertad “natural” que, según él, se perdía
con el contrato; después estaba la libertad “civil”, que chocaba y se
encontraba limitada por la “voluntad general”; y por fin estaba la libertad
“moral”, que era la que hacía a la persona dueña de sí misma. Nosotros
entendemos que libertad sólo hay una, basada en el humanismo y en principios
cristianos, y no varias clases.
Pero, en fin, vayamos al grano ¿Quién o quiénes firman ese pacto social?
Obviamente, políticos, sindicatos y patronal.
Aparentemente si estos llegan a un acuerdo parece que la cosa se va a
solucionar. Pero lo cierto es que no es así. Se llevan firmando “pactos
sociales” desde los tiempos del “gonzalato” y ya vemos cómo estamos.
Un pacto social no puede estar firmado por individuos que se nombran a sí
mismos, y que ejercen de “interlocutores” en asuntos que desconocen totalmente.
Estos interlocutores son los culpables de que se despidan a trabajadores y de
que quiebren las empresas.
Siente uno una gran vergüenza comprobar cómo muchos de estos individuos siguen
las pautas y el juego que marca el gobierno de turno. Después de haber gastado
enormes cantidades, ilimitadas e incontroladas en la mayoría de los casos,
con los 17 reinos Taifás que tenemos ahora en España; después de haberse
gastado en su día, billones y billones de las antiguas pesetas con la compra de
la colección Thyssen (agosto de 1.993); en la Expo 92;
en la Olimpiada de Barcelona (“Catalonia is not Spain”, o el
más reciente de “Somos una nasió”, ¿se acuerdan); en la capitalidad
cultural de Madrid; en montañas y montañas de anuncios oficiales totalmente
inútiles, en rótulos, vallas, pancartas, altoparlantes, etc.
Gastar también millones y millones en crear cargos y más cargos para colocar a
cesantes de la casta política; subvencionar viajes masivos de jubilados con el
fin de comprar sus votos; después de haber fomentado la especulación y el
pelotazo . . . En fin, después de todo esto, nos vienen ahora con “soluciones”.
Esas “soluciones” lo único que traen es el enfrentamiento entre los españoles,
enfrentamiento producido por la irresponsabilidad de los gobiernos de turno, en
los que está anclada una casta política formada por “dirigentes” de lo más
inepto que uno pueda imaginarse.
No nos engañemos: el pacto social
no valdrá para nada mientras no haya Autoridad, Sentido Común, y Disciplina
Colectiva.
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