martes, 20 de agosto de 2024

“El bulo de los caramelos envenenados” ( I V )


 

Así se intitula el librito de Regina García García, Publicaciones Españolas, 1953, 31 páginas incluido Índice. Seguimos con lo que nos dice esta señora ex marxista, que ha sido borrada de la historia por los “historieteros” de siempre.

En la página 6 se lee:

 “Este fue el primer acontecimiento polí­tico de aquel año, que tan pródigo en ellos había de ser, hasta convertirse en cifra inicial de una nueva era en la historia de España.

 Le siguió en importancia la convocatoria de elecciones de diputados, con toda su barahúnda de propaganda desorbitada.

 Como asesores del Frente Popular llega­ron de la vecina Francia Mauricio Thorez y el alemán Neuman, quienes se entrevista­ron con los dirigentes del Partido Comu­nista, y más tarde con los de los demás partidos aliados en el Frente Popular.

 El dinero circuló abundante, y las órde­nes, concretas. «Debe triunfar el Frente Po­pular», era la consigna; pero no resultaba fácil su cumplimiento, porque la opinión pública estaba en su mayoría contra los extremistas, y ya antes de la elección se veía patente la derrota, lo mismo que en las anteriores elecciones a diputados a Cor­tes, en las que los partidos de derechas habían logrado mayoría.

 Los escrutinios no dejaron lugar a duda. La votación de los Municipios fue por com­pleto favorable a los antimarxistas; pero, a pesar de todo, triunfó el Frente Popular.

 ¿Inexplicable? No; solamente imprevi­sible. El «éxito» se consumó por un pro­cedimiento tan simple como taimado, muy propio de la psicología comunista.

 A pesar de los pucherazos, rotura de urnas, falsificación de actas, levantamiento de cadáveres que votaban desde el otro mundo y demás artes electorales, los escru­tinios arrojaron la espantosa proporción de menos de siete mil concejales de iz­quierdas contra más de veinte mil de de­rechas, y entonces se puso en juego una maniobra novísima en los comicios. Desde las capitales de provincia se desplazaron a

los Municipios correspondientes emisarios en jolgorio, con gran lujo de vítores y alboroto callejero, dando la noticia de que el Frente Popular había triunfado en toda España, y exigiendo que el mando muni­cipal fuese entregado a los representantes de los partidos triunfadores.

 Los intimidados se creían ante una repe­tición de lo sucedido en las elecciones  muni­cipales de abril de 1931, que dieron lugar a la República, y por temor a represalias posteriores, a pesar de su legítimo triunfo en la localidad, resignaban el poder del Concejo en favor de los elementos izquier­distas. Se levantaba el acta de rigor, y quedaba así constituido el Ayuntamiento frentepopulista.

 En los casos que presentaban resisten­cia, las estacas arreglaban la cuestión, y también se extendía el acta de constitución del Municipio de izquierdas, sin más dife­rencia a los otros casos-que tal cual cabeza estropeada.

 El triunfo del Frente Popular fue el más estupendo acto de vandalismo, desver­güenza y matonería políticas realizado en España durante toda su larga historia.

 «Para un político experto no deben exis­tir sorpresas. ¡Ya tuvimos bastante con la que nos dieron las derechas en las eleccio­nes de 1934! Ahora estábamos prevenidos.» Así replicó uno de los «triunfadores» a un correligionario que todavía conservaba al­guna decencia y ponía reparos a los proce­dimientos empleados.

 Se celebró aquella victoria con ruidosas manifestaciones, parecidas a las del 14 de abril célebre. Hubo bailoteos en las calles, incluso en la Puerta del Sol y en la Gran Vía, y desfile de mascaradas más o menos alegóricas; pero se notaba en todo aquello una falta de espontaneidad y de alegría, de que no carecieren los manifestantes en la proclamación de la República”.

 De esto del “vínculo luminoso”, Su Sanchidad no dice ni pío.

 Continuará.

 



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