Toda Constitución, como ya se
sabe, debe señalar y establecer no solamente los poderes y estructura de los
estados, con sus respectivas simbologías, organizaciones, territorios,
instituciones, etc, sino también, y creemos que es lo más importante, los derechos,
obligaciones, libertades y garantías de todos los compatriotas, perdón,
ciudadanos.
¿Es este tipo de Constitución
la que tenemos hoy en España? ¿O hay 17 Constituciones, llamadas Estatutos?
Tenemos la sensación de que este nuevo Derecho Constitucional que tenemos en
nuestra patria, perdón, en nuestro país, va camino de allanar todo tipo de
planteamientos académicos del asunto.
Y decimos esto porque este
Estatuto de Cataluña, ahora tan en el “candelabro”, como decía un fanático sociata
que conocimos, y que seguramente saldrá adelante con el desgobierno que tenemos
ahora de Su Sanchidad, rompe y desequilibra la Carta Magna, ya que existe un
asunto sumamente significativo: derechos catalanes contra deberes españoles,
mezclado todo con las consabidas reivindicaciones históricas del “pais catalá frustrat”.
Para más INRI, como
recordarán ustedes, cuando se presentó la correspondiente campaña separatista,
el PSOE del “zapaterato” defendía el “sí” como un triunfo catalán, mientras que
el “no” era presentado como un triunfo del PP en contra del “pais catalá frustrat”. Sin comentarios.
No vamos a hablar del
contenido de este estatuto con sus casi 240 páginas, que seguramente muchos
catalanes no leerán, pero sí comentaremos someramente lo que allí se dice. Así,
Cataluña se define como una “nasió”,
con sus “derechos históricos”, sus
símbolos, bandera, himno (“Els segadors”), etc, etc.
Ni qué decir tiene que el
idioma español queda en segunda fila, por no decir otra cosa, ya que el catalán
se promociona como “extensible a todo el
Estado, la Unión Europea
y todo el mundo”. De ahí los etiquetados en los productos que se
distribuyen en Cataluña, aunque no sean fabricados allí.
“La regulación y control” de
la información, corresponde al Consejo Audiovisual de Cataluña. La enseñanza,
¡cómo no!, será laica, manteniéndose “la
neutralidad religiosa” y el respeto a las convicciones “éticas y
filosóficas”. Un inciso: ¿de qué respeto hablan cuando hay autobuses con el rótulo
de “Probablemente Dios no existe”? ¿Por
qué no ponen “Probablemente Alá no existe”? Pues porque sencillamente el
autobús volaría con todos sus ocupantes.
Se habla claramente de
aborto, eutanasia y de uniones “estables”, sea cual sea el sexo.
En el aspecto económico, la
cosa es ya de extrema gravedad, ya que Cataluña tendrá su agencia tributaria
propia, amén del control sobre cámaras de comercio y cajas de ahorros, por no
hablar sector industrial y energético.
Por lo que se refiere a la Justicia, tendrá un
Tribunal Superior como última instancia. Se ha creado una comisión bilateral
Cataluña-Estado, estado español se entiende, para entrelazar todo este
tinglado, y se hace con un texto en el que aparece la “recuperación de la
memoria histórica”, o los no menos significativos vocablos y frases tales como
“lucha mantenida” o “persecución sufrida”.
Es decir, todo un modelo de talante democrático reconciliador.
Y para terminar, decir que
Cataluña intervendrá en los asuntos españoles, más que España en los asuntos
catalanes. Como se ve, ya se establece casi a bocajarro la separación. Sin
embargo, cuando les interesa recurren a la odiada España ¿Recuerdan ustedes
cuando se tuvo que recurrir a la Guardia
Civil, entonces “expulsada”, para proteger de asaltos y
atracos a los “catalans” que vivían
en chalets?
En fin, la cosa es
preocupante porque, además, ¿qué sucederá con Galicia, Vascongadas, Andalucía,
Aragón, etc? Nos tememos lo peor, si Dios no lo remedia. La verdad es que da
miedo mirar para esta resquebrajada España.
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