La verdad es que siente
uno cierta repugnancia al ver a sus señorías, y “señoríos”, es decir, a la
casta política, berrear y patear cuando el oponente político está exponiendo
algo. No solamente se berrea y se patea,
sino que también se insulta, se abuchea y se interrumpe al orador.
Todo esto indica una
falta total y absoluta de respeto. Esto no importa, ya que lo que
verdaderamente vale es el desprestigio del adversario político. Y no digamos ya
nada la que se arma cuando al gobierno de turno se le pide y exige
transparencia en su gestión.
Hay otro asunto que
denota la calaña de esta casta cual es que, cuando toma la palabra un
representante de un partido pequeño o minoritario, se produce la desbandada de
sus señorías y “señoríos”.
También se muestra la
calaña cuando estos “castosos” costosos “piran” la clase. La ausencia e
inasistencia están a la orden del día.
Pero quizá lo más grave
de las actuaciones parlamentarias de estos badulaques y cenutrios sujetos, sea
la pobreza de sus argumentos cuando tratan de rebatir lo expuesto por el
opositor. Lo único que hacen es decir con gran arpegio lo que ya está diseñado
por el partido, con lo que conquistarán los aplausos, risas y beneplácitos de
sus correligionarios.
Y no hablemos ya del lenguaje que
emplean. Aquí se demuestra la ignorancia y estulticia de estos “castosos”
casposos costosos. Y si el que interviene es un representante de un partido de
derechas, entonces es cuando los “jabalíes”, que diría Ortega y Gasset, la
arman.
Nota.- Recomendamos leer los comentarios
sobre el libro “El show de sus señorías. Antología de anécdotas
parlamentarias”, insertado en este blog entre el 13 de agosto de 2.021, y 7
de junio de 2.022. No tienen nada más que poner el título del libro en la
pestaña “Buscar en este blog”.
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