La figura de Mao Tse Tung, el
“Gran Timonel” del comunismo chino, sigue gozando de buena fama entre ciertas
mentes atrofiadas. Fue el causante de las tres enormes catástrofes más
terribles de China: el Gran Salto Adelante, la Revolución Cultural y la
construcción de la presa de las Tres Gargantas. Estos tres eventos costaron la
vida a millones y millones de chinos. Su carácter cruel, sádico y sanguinario,
está expuesto en el libro “Mao. La
historia desconocida”, Editorial Taurus, autores Jung Chang y Jon Halliday,
1.029 páginas, incluido “Állbum de fotos”. Este libro figura comentado en este
blog en el mes de mayo de 2.017.
En el “Gran Salto Adelante”, los
campesinos fueron forzados a vivir en grandes comunas de miles y miles de
familias. Estos pobres comuneros, a las órdenes de “caminar sobre dos piernas”, se veían obligados a producir todo
tipo de productos, incluso hierro, en sitios artesanales. Como no podía ser de
otra manera, esto terminó siendo un enorme fracaso, provocando en los años 1960
a 1962 una bestial hambruna.
En cuanto a la Revolución Cultural, que
tuvo lugar en la década de 1966-1976, lo único que trajo fue enfrentamientos,
crímenes, asesinatos y purgas, como sucedió con varios altos funcionarios del
régimen tales como Deng Xiaoping y Liu Shaoqi, por ejemplo.
En cuanto al embalse de las Tres
Gargantas, disidentes chinos hace poco tiempo han reconocido que la obra causó
un montón de desastres ecológicos, tales como aumento de la contaminación y
desprendimientos de tierra, aunque claro, de esto los manifestantes
adolescentes no dicen ni mu. El capitalismo es el que contamina, oiga.
Hemos leído en cierta ocasión que cuando
se estaba construyendo un embalse en China (no estamos seguros si era el de las
“Tres Gargantas”), un economista que visitaba China, del que no recordamos su
nombre, se quedó sorprendido al ver cómo los trabajadores construían con pico y
pala dicho embalse. Atónito, le preguntó al jefe por qué no empleaban
tractores, excavadoras, grúas, maquinaria y otros utensilios, a lo que
respondió que si hacían esto muchos obreros quedarían sin trabajo. El
economista le contestó que si lo que se pretendía era trabajo en vez del
embalse, entonces ¿por qué no usaban cucharillas y cortafríos en vez de palas y
picos?
En fin, sin
comentarios. Hay que “recuperar la memoria democrática”, oiga.
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