La docilidad y subordinación que
mucha gente manifiesta ante el marxismo, a pesar de su inviabilidad como quedó
sobradamente demostrado en la desaparecida URSS, es poco menos que demencial.
Curiosamente, el peso del
marxismo se nota en aquellas naciones, o en aquellas sociedades, que no están
bajo la influencia o la presión del comunismo, presión e influencia que ejerce
a través de movilizaciones, huelgas sin sentido, violencias y también con las
monsergas de siempre, sobre la que destaca que los males que padece la
humanidad son debidos al “sistema” de los países capitalistas e industrializados que
explotan a los trabajadores. Pero si el
“sistema” beneficia a dichos trabajadores con leyes, normas y reglamentos que
no hay en ningún país comunista, entonces dicho “sistema” corrompe al
proletariado. Es decir, que no hay posibilidad de mejorarlo. La única mejora es
su destrucción, que es en realidad lo que buscan, aunque aún no quieran
reconocer que su “sistema” no lo destruyó nadie, sino que él mismo se derrumbó
como un edificio con carcoma.
También hablan de “cambiar la
sociedad capitalista”, cuando las sociedades comunistas presentan unos defectos incorregibles,
defectos que han provocado precisamente el derrumbe del comunismo.
Otro slogan es lo del
“imperialismo”, que proviene ¡cómo no! del capitalismo, y de que los EE.UU. son
el paradigma.
Estos slóganes y demás tópicos
del marxismo, son una especie de “pidgin” ( I ) que
está establecido por medio mundo, constituyendo todo un credo básico que no
admite la mínima discusión.
( I ).- “Pidgin” es una especie de lengua que es usada por
personas que no tienen una lengua común.
Está basada en la combinación de aspectos morfológicos y fonéticos de
una lengua con otra sin tener, obviamente, normas sintácticas y gramaticales.
Continuará.
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