Tal parece que en estos momentos
del “sanchezlato”, volvemos a los tiempos del “zapaterato”.
¿Se
acuerdan de aquellas declaraciones del Bobo Solemne cuando decía en octubre de
2009 “Saldremos de la crisis un trimestre
antes o después”? ¿O las no menos trascendentes de Pepiño Blanco “Empieza la recuperación”? ¿Y las del maquinista
Rub-al-Kaaba “Estamos viendo la luz al
final del túnel”, dicho en julio de 2011? Pues bien, después de estas
frases de estos iluminados, nos instalamos en el fondo de la cloaca, como
recordarán.
Ahora
estamos de nuevo instalados en el mismo sitio pues, entre otras graves cosas,
el PIB y la demanda se han derrumbado, así como la inversión. Del déficit
público, ¡para qué vamos a hablar!
Según
las teorías económicas clásicas (con las que Huerta de Soto no está muy de
acuerdo), para que una economía salga de la cloaca lo primero que tiene que
haber es una verdadera intención política, amén de medios financieros y
tecnología. Creemos que en estos momentos en España carecemos de estas tres
cosas. Y aún en el supuesto de que tuviéramos la primera y la última, ¿de dónde
va a salir el dinero para desarrollar el tejido productivo que se ha perdido?
Seguramente que muchos dirán que del Estado, ya que lo consideran una fuente
“natural” generadora de todo tipo de recursos. Esto ya sabemos que está
demostrado que es una falacia, por no decir otra cosa.
Y
es una falacia porque la Comunidad Europea
no permite ciertas actuaciones en materia de subvenciones, y también porque
estamos en un sistema que permite la libre competencia. Además, el mencionado
déficit público está arrastrando lo habido y por haber, y si se quiere
subsanarlo, el Estado no tendrá más remedio que reducir de manera implacable,
un montón de gastos, muchos de ellos superfluos.
Por
otra parte, nos están diciendo desde hace años desde Europa, la difícil situación
por la que atravesamos y el negro futuro industrial que tenemos. A aquello de la Europa de las dos
velocidades, parece que habrá que añadirle otra: la de la marcha atrás, que es
con la que está circulando España en estos momentos.
Fuimos
unos ingenuos con aquello de “ya somos
europeos”. Se creyó en su momento que la entrada en Europa iba a resolver
nuestros problemas, cuando en realidad sucedieron cosas terribles que parecen
haberse olvidado
Si
queremos ser verdaderamente europeos, hay que dejarse de tonterías ideológicas
y de fantasías decimonónicas trasnochadas. Mientras no hagamos esto, no habrá
nada que hacer. Seguiremos instalados en el fondo de la cloaca.
Si
verdaderamente queremos limpiarla, habrá que erradicar, por no decir otra cosa,
a toda esta casta política que, con sus respectivos partidos, dejaron de ser
los representantes de los ciudadanos, dejando, asimismo, de luchar por el bien
común, preocupándose solamente del momio, del privilegio, de la sinecura, del
provecho, del chollo y de la ganga.
Vean
este vídeo del economista Jesús Huerta de Soto intitulado “La caída del Imperio
romano”. No tiene desperdicio.
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