Como decíamos en la anterior
entrega, el “pidgin” establecido en medio mundo por el marxismo, constituye un
credo básico que no admite la más mínima discusión, credo que ejerce una
influencia nefasta y perniciosa sobre la política y la economía. Así, por
ejemplo, cuando en una democracia, por las razones que sean, hay reformas de
carácter autoritario, los marxistas se levantan de las patas de atrás
convocando todo tipo de revuelos. Pero si tales reformas se hacen en un sistema
comunista, automáticamente quedan justificadas y no dicen ni mu, aunque después
se demuestre que tales reformas han sido inútiles o no se puedan llevar a la práctica.
Por otra parte, la influencia de
este credo marxista también se pone de manifiesto en los nacionalismos, con sus
visiones históricas, la mayor parte de ellas totalmente falseadas.
Este “pidgin” marxista obnubila,
ofusca e inocula tal fanatismo que, por poner un ejemplo, la gente llega a
creer que la libertad de prensa no vale para nada, o que la democracia es inservible.
Lo curioso es que este fanatismo
y cerrazón hacen olvidar el pasado terrorífico
de esta ideología. Y ese olvido está perfectamente pergeñado por los
“historieteros” de nómina y bien “pagaos”, con sus transfiguraciones rayanas en
el delirio.
Todo esto lleva a que, de una
manera directa o indirecta, se haga el juego a todo este entramado que induce a
la guerra (si es civil mejor que mejor), a la violencia y a la destrucción de
la sociedad.
Y terminamos con una de las
muchas incongruencias e incoherencias del comunismo: aprovechándose de la
libertad y democracia que existen en los países, se pasan el día hablando de la
independencia de los tres poderes, cuando en todo país comunista al poder
ejecutivo no se le permite la menor objeción y crítica, lo mismo que tampoco se
permite contra sus actuaciones y acciones por otros poderes porque
sencillamente no los hay. Si alguien osase criticar lo más mínimo, la represión
sería brutal.
En fin, el fanatismo y la
cerrazón aún siguen campando por sus respetos dentro de los “muros de la Patria
mía”.
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