Como ya saben, Su Sanchidad y su “complexo” hablan mucho de “bulos” y “fango”,
pero de los bulos y el fango de sus correligionarios durante la Segunda República
que, como él dijo, es un “vínculo luminoso”, no dicen ni pío. Vamos a
recuperar su “memoria democrática”, transcribiendo lo que se lee en el libro “El
bulo de los carmelos envenenados, escrito por de la ex marxista Regina García
García, Publicaciones Españolas, 1953, 31 páginas incluido Índice.
Como ya hemos escrito en otra ocasión, Regina García es una de las personas que han sido borradas de la historia por los “historieteros” paniaguados. Nacida en la Coruña en 1898, fallecía en Madrid en 1974.
Pertenecía al PSOE en los años treinta del siglo pasado, siendo candidata de
dicho partido en la elecciones de 1933 por Ciudad Real y Murcia. Durante la
Guerra Civil fue la responsable de Prensa y Propaganda del Estado Mayor del
General Miaja. Al terminar la guerra fue detenida y condenada a doce años de
prisión, pero sólo cumplió un año de condena, ya que fue indultada y liberada
en los últimos días del año 1940.
Posteriormente se dio cuenta de todo el engaño marxista y, arrepentida escribió
los libros “Yo he sido marxista. El cómo y el por qué de una
conversión”, Editora Nacional 1952, 428 páginas incluido Índice, comentado en
este blog el 20 de enero de 2.020, y “El
bulo de los caramelos envenenados”, Publicaciones Españolas 1953. Vamos a
transcribir en una serie de entregas lo que nos dice esta señora en este libro.
Como ya saben,
los de la “recuperación de la memoria histórica y democrática” (estúpido
pleonasmo), sólo se ocupan de las víctimas de un bando, que tal parece que son
más víctimas que las del otro. Lo que escriben no es historia, sino historieta,
convirtiéndose en “historieteros” y no en historiadores. En este libro queda
reflejada la realidad de aquella república, preñada de odios, mentiras,
falsedades y crímenes, todo esto omitido por dichos “historieteros”. Dicho esto,
empezamos en la página 3, en la que se lee:
“El 4 de mayo de 1936 fue un día en que, como tantos otros, en la «pacífica» República Española se tiñó de sangre la crónica ciudadana madrileña. Hubo más de cien linchamientos e incendios y saqueos de las escuelas católicas y de los conventos que aún quedaban en pie, ya que fueron muchos los que en fechas anteriores habían sido incendiados por aquellos que se decían amigos y amparadores de todas las libertades y creencias. De todas, sí, de todas las suyas, pero no de las de los demás.
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