Sí, con el concurso del Islam que, como ya
hemos dicho varias veces rezuma odio, violencia, crueldad, fanatismo,
fatalismo, lascivia, etc, etc, a lo peor se consigue que desaparezca la
sociedad occidental cristiana. No les importa, aunque ninguno de estos
defensores de la “liberdad” y de la “alianza de civilizaciones” aguantaría
vivir un instante bajo semejante régimen teocrático, carente de todo tipo de
resortes políticos y civiles.
Además, todos esos inmensos colectivos de
sodomitas, gomorritas y lesbianas, que celebran manifestaciones con toda
parafernalia y orgullo, algunas de ellas encabezadas por líderes políticos y “sindicaleros”,
y que campan por sus respetos dentro de “los
muros de la Patria mía”, allí no se podrían celebrar. La horca y la
lapidación les esperarían, aunque quizá hubiese un problema: a lo mejor no
habría cuerdas ni canteras suficientes para tales menesteres. Pero es igual, su
“maurofilia” es pública, notoria y patente. Y es que el Islam puede ser el
sucedáneo ideológico, ya que con el derrumbe de
Este sucedáneo les atrae y les seduce porque
las dictaduras socialistas han durado relativamente poco: 75 años en la
mencionada URSS y 65 en Cuba, que aún sigue. Sin embargo, el Islam lleva 1.300
años, oiga, y esto es lo que admiran.
Si hacemos una pequeña comparación entre el
socialismo real (llamado “científico” por los pedantes infumables marxistas), y
el Islam, vemos una cosa curiosa: ni los gulags, ni las matanzas, ni las
hambrunas, ni los genocidios, ni las checas, ni todo el aparato represor del
estado, ni las bayonetas del ejército rojo, fueron capaces de someter a los
pueblos. En cuanto tuvieron ocasión, casos de Hungría, Checoslovaquia, Polonia,
la mentada URSS y lo poco que le queda al régimen de los hermanos Castro, le
pegaron una patada en el tabalario y se acabó el asunto.
Sin embargo, el Islam, aparentemente, no ha
cometido los errores históricos del socialismo real, científico,
marxista-leninista-gramsciano, o como ustedes quieran llamarlo. Ahí sigue. Y
expandiéndose. Con esto queremos decir que puede que haya que mirarse en el
espejo del Islam y aplicar sus métodos que, como nos explica
¿Pensarán los rectores del socialismo que
para imponerse de una vez por todas necesitan una religión, entendiendo por tal
una religión política? Se dan cuenta los citados rectores que, mientras que el
socialismo no consigue sus propósitos y objetivos a pesar de tener en sus manos
todos los resortes de la comunicación y, aproximadamente, sólo la mitad de los
votantes le hacen caso, el Islam, por el contrario, consigue el auténtico
lavado de cerebro vaciando las mentes de toda la población. Aquí está el quid de
la cuestión. Y no se olvide que lo del Islam moderado es una argucia. Los
infieles somos, desde el punto de vista político, imperialistas, opresores y
explotadores. Nuestra democracia es una porquería y no hacemos otra cosa que
robarles su petróleo, cuando los que les están robando son esos emires, jeques
y demás realeza alauita, con sus “pobres” mansiones y sus “cochecitos”.
Pero, claro, esto a los rectores del
socialismo les importa un bledo, dos cominos y tres dídimos. Son más
importantes las alianzas de incivilizados y los acuerdos y “tratados de
amistad” con los Evo Morales, Hugo Chávez, Maduro, o con el régimen comunista
de Cuba. Tampoco les importa que la gente salte hecha añicos de trenes,
supermercados, metros, etc.
Subliminalmente hay otro aspecto muy
importante del que se valen para dinamitar la sociedad occidental: no es otro
que la inmigración. En vez de exigirles que se adapten a nuestras leyes,
costumbres y normas, se nos exige a nosotros el adaptarnos a ellos y nos los
empotran de cualquier forma, dándoles todo tipo de facilidades. Y una vez que
esta inmigración esté lo suficientemente agradecida, se la lanza como una
turbina contra “
En fin, y para terminar, seguiremos oyendo los
cantos de sirena de paces mundiales y de hermanamientos y alianzas fraternales.
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