¿No hay que “recuperar la memoria "histórica”
“zapateril” y la “democrática” de Su Sanchidad? Pues vayamos a ello.
Como
es sabido, la intromisión y manipulación soviética en la Guerra Civil Española,
es sobradamente conocida. En esta entrega, y en las próximas, vamos a ver algo
sobre el tema de la salida del oro español hacia Moscú. Y empezamos por lo que dice el republicano D.
Salvador de Madariaga en su obra “España”.
Ensayo de Historia Contemporánea”, Editorial Hermes, Buenos Aires 1955, 847
páginas:
“Fue entonces
cuando de súbito se puso Rusia a la cabeza de los países exportadores de oro,
después de África del Sur. Los comunistoides bien
enterados murmuraban misteriosamente a nuestros oídos que se habían
descubierto nuevas minas de oro detrás delos Urales. Eran las cajas del Banco
de España”
(Lo destacado en rojo es nuestro).
Por
otra parte, el comunista un tanto desencantado Valentín González, “El
Campesino”, en su obra “Vida y muerte en
la URSS”, Editorial Bell, Buenos Aires 1951, 238 páginas, escribe:
“Negrín, entonces
ministro de Hacienda, pidió a sus colegas la autorización para poner en
seguridad el oro del Banco de España. La situación de Madrid era peligrosa, y
el Consejo de Ministros, que ignoraba las verdaderas intenciones de Negrín,
concedió fácilmente la autorización pedida. Sólo estaban al corriente el
embajador soviético Rosenberg, los agentes de la NKVD en España, algunos
miembros del buró político del Partido Comunista español y el ministro de
Estado y amigo íntimo del Dr. Negrín, Alvarez del Vayo, que, después de haber
exaltado sucesivamente a Lenin, Trotsky y Stalin, había llegado a ser uno delos
más devotos agentes de Molotov durante toda la guerra de España. Una tarde
recibí en mi puesto de mando la visita de José Díaz, secretario general del
partido comunista español. Me anunció con gran secreto que debía encargarme de
la guardia del oro del Banco de España de Madrid a Cartagena . . . El director
del Banco de España era un republicano honesto. Supe más tarde que Negrín lo
convocó para una conferencia que debía durar tres o cuatro horas; se trataba de
alejarlo el mayor tiempo posible del Banco . . .según la lista que se me dio
había en total 7.800 cajas. La carga en los 35 camiones se hizo en menos de una
hora, y abandonamos Madrid. A la salida de la villa, los conductores fueron
cambiados y se puso sobre los camiones una bandera roja indicando que estaban
cargados de explosivos”.
¡Menudo “vínculo luminoso!”
Continuará,
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